Cada 30 de mayo, la Iglesia Católica celebra a Santa Juana de Arco, campesina, heroína y mística francesa del siglo XV.
Durante muchos siglos su figura fue motivo de controversia hasta que, gracias a una mirada más amplia y fidedigna, la “Doncella de Orleans” fue reivindicada y su santidad reconocida.
A pesar de lo breve de su vida, pues, murió a los 19 años. Juana comprendió perfectamente algo que a la mayoría de seres humanos les es esquivo: que siendo nuestra naturaleza frágil y débil, también es capaz, con la gracia de Dios, de alcanzar las cumbres de la virtud y la nobleza de espíritu.
Santa Juana de Arco se hizo instrumento dócil en las manos del Altísimo para cambiar los corazones de muchos, quienes dejando de lado miedos y mezquindades fueron capaces de dar lo mejor de sí para defender aquello que Dios les otorgo.