Limpiarse las orejas es un hábito común de higiene personal, pero ¿realmente es necesario hacerlo? Según especialistas, la respuesta es no, a menos que la cera (cerumen) esté causando molestias. En condiciones normales, la cerilla cumple funciones protectoras esenciales y el oído cuenta con un mecanismo natural de autolimpieza. El cerumen se produce dentro del canal auditivo y cumple cuatro funciones principales:
- Hidrata la piel, evitando sequedad y picazón.
- Protege el canal y el tímpano contra daños físicos.
- Previene infecciones, al dificultar la proliferación de bacterias.
- Limpia la oreja, al arrastrar células muertas y residuos hacia el exterior.
La consistencia del cerumen puede variar desde líquida hasta extremadamente dura. Esto depende de factores como la cantidad de piel muerta, cabello y el tiempo que la cera haya permanecido en el canal auditivo. En la mayoría de los casos, el oído elimina la cera por sí solo. Sin embargo, puede producirse una obstrucción en ciertas situaciones:
- Canales auditivos estrechos o curvos
- Afecciones de la piel como eczema
- Crecimiento excesivo de vello en el oído
- Uso de audífonos o tapones
- Limpieza inadecuada con hisopos, que empujan la cera más adentro
Solo debe retirarse la cera si provoca pérdida de audición, zumbidos o dolor. En esos casos, se recomienda utilizar tratamientos de venta libre, como gotas para disolver la cera. Nunca se deben introducir objetos como hisopos, clips o velas de oído, ya que aumentan el riesgo de lesiones graves, como perforaciones del tímpano.