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El organillero, una tradición musical en el centro de Matehuala

Por: Noé Rivera

De origen alemán, pero con un fuerte arraigo en México, el organillo es uno de los instrumentos más icónicos de la música mexicana. Tradicionalmente, en años anteriores, podíamos ver a una persona uniformada con una caja de madera gigante dándole vueltas a una palanca (manivela) e, increíblemente, escuchar distintos sonidos que construían melodías hermosas. Se encontraban en lugares de mucha circulación de personas, como en las plazas principales.

En el municipio de Matehuala, perteneciente al Altiplano, aún podemos encontrar a personas que se ganan la vida de manera honesta y feliz con este instrumento. Así, llevan el sustento económico a sus hogares, además de alegrar las tardes de las personas que pasean por las calles de la Ciudad de las Camelias con melodías que tranquilizan el alma y permiten viajar al pasado, recordando cómo se escuchaban esos días.

Nuestro amigo el organillero se pasea por la ciudad de Matehuala acompañado de su fiel amigo, un peluche de changuito, que hace más amigable su presencia y logra sacar una sonrisa a los niños, jóvenes y adultos que lo encuentran. Gracias a su curiosidad, las personas logran convivir con él, mientras él toca alguna pieza musical para los visitantes que escuchan asombrados las bonitas notas de este tradicional e histórico instrumento.

¿Cómo funciona?

El organillo tradicional es un instrumento portátil que funciona con una caja y una manivela. Esta caja hueca contiene puntillas de bronce que generan las notas musicales de cada canción. Cada canción está codificada con 1,200 puntillas, y un cilindro del organillo puede contener hasta ocho canciones, lo que equivale a alrededor de 9,600 puntillas en total. Al girar la manivela, se produce un sonido suave y nostálgico.

¿Por qué su uniforme es así?

No es coincidencia que los uniformes de los organilleros de hoy en día se asemejen tanto a los del ejército de Pancho Villa. Se cuenta que un organillero solía acompañar a las tropas para levantar su ánimo durante las batallas. Por eso, el uniforme beige o caqui, con una gorra estilo capitán del mismo color, hace referencia a esta historia que se ha convertido en parte de nuestra narrativa popular.