Bajo la dirección de Chava Cartas, la saga de Mirreyes vs Godínez regresa con una tercera entrega que traslada la eterna disputa de estilos y clases sociales a Las Vegas. Regina Blandón (Mich), Daniel Tovar (Genaro), Diana Bovio, Michelle Rodríguez, Christian Vázquez y otros rostros recurrentes son los encargados de revivir una fórmula que, a estas alturas, parece tan segura como desgastada. El pretexto narrativo es sencillo: salvar a la empresa de una crisis financiera cerrando un contrato crucial en una convención de calzado en el Caesars Palace. Pero lo que empieza como un viaje de negocios pronto se convierte en un desfile de fiestas, resacas y lecciones de amistad.
El guion de María Hinojos no escapa de los lugares comunes. Los mirreyes se retratan como una mezcla de refinamiento y estupidez, mientras que los godínez aparecen reducidos a la caricatura del “naco” que roba. Una comedia de contrastes que refuerza estereotipos en lugar de cuestionarlos. La sátira arranca con buen ritmo, pero pronto se desvanece hacia un romance innecesario que diluye el humor. Michelle Rodríguez cumple como detonante cómico, aunque el cameo de Carlos Ballarta apenas logra un par de sonrisas.
Y sin embargo, la película se defiende en lo que sabe hacer: entretener. Con un ritmo ágil y un guion ligero, logra superar a las entregas anteriores. Hay quienes la califican como una comedia “espectacularmente divertida”, pensada para pasar un buen rato sin complicaciones. Su vibra recuerda a una versión mexicana de “¿Qué pasó ayer?”, con todo el caos, la exageración y los excesos propios de ese molde.
El resultado es un filme que, pese a sus carencias narrativas, conecta con su público y consolida a la franquicia como un fenómeno de taquilla. Sus atractivos visuales, la energía del elenco y el encanto del escenario funcionan como puntos fuertes. El problema es que la falta de cohesión en el guion y un humor que juega más con la provocación superficial que con la inteligencia crítica, limitan su alcance.
“Mirreyes vs Godínez: Las Vegas” cumple como entretenimiento desechable, como comedia ligera para reír un rato y olvidarse de todo. Pero queda a deber a quienes esperaban una sátira más aguda o una narrativa sólida que trascienda. La franquicia sigue viva, pero sigue atrapada en la misma contradicción, ser un éxito popular con el mismo guion de siempre.