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[VIDEO] Tiempo de Cine: Anora

Sean Baker vuelve a demostrar su talento como cineasta empático y observador de la realidad en “Anora”, una película que, con ironía y realismo, desmonta el mito de la Cenicienta y la idea del príncipe azul. A lo largo de su filmografía, Baker ha retratado a personajes marginados con sensibilidad y autenticidad, y esta vez no es la excepción. 

La historia sigue a Anora, una joven trabajadora sexual de Brooklyn que, en un giro inesperado, parece estar viviendo su propio cuento de hadas al casarse impulsivamente con el hijo de un oligarca ruso. Sin embargo, cuando la noticia llega a Rusia, el sueño se convierte en pesadilla: los padres del joven viajan a Nueva York decididos a anular el matrimonio. 

Si bien la trama puede parecer sencilla, dividiéndose en dos grandes bloques, el romance inicial y la búsqueda del “falso príncipe”, la riqueza de “Anora” radica en la complejidad de sus personajes. Baker se enfoca en sus matices, en sus luchas internas y en las consecuencias de sus decisiones, dándole a la historia una profundidad que la aleja de cualquier cuento convencional.  

Mikey Madison brilla en el papel protagónico con una actuación extraordinaria, capaz de llevarnos de la tristeza a la alegría en cuestión de segundos. Su interpretación sostiene el peso de la película, mostrando una versatilidad impresionante al transitar por todos los estados de ánimo de su personaje. 

Sean Baker no solo desmonta el mito de la princesa, sino que también reflexiona sobre la propia construcción del cuento de hadas. Anora se aferra a sus sueños e ilusiones, alimentando la fantasía de una vida mejor, pero la realidad la golpea con fuerza cuando el hechizo se rompe. Su historia es la de alguien que cree haber encontrado su final feliz, solo para descubrir que después de las campanadas de la iglesa no hay magia, sino una cruel realidad. 

Más allá de su aparente sencillez, “Anora” es una película profundamente inteligente, habitada por personajes desolados y rotos que intentan, de una u otra forma, seguir adelante. Incluso el niño rico que sonríe y asegura ser siempre feliz carga con una pena oculta, arrastrando a la protagonista a una mentira en la que él mismo se refugia. Todos en esta historia creen tener el control sobre sus decisiones y emociones, pero en realidad están viviendo el caos de la vida, aferrándose a ilusiones que inevitablemente se desmoronan.

En el fondo, “Anora” es una película agridulce, tan agridulce como el vivir. Con su estilo característico, Baker no busca dar respuestas fáciles ni finales felices, sino mostrarnos una realidad en la que los sueños pueden desmoronarse en cualquier momento, pero donde siempre queda espacio para la esperanza.

Calificación: 3.8