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Tiempo de hablar | Ataques y dolores

Los recientes ataques sufridos a las redes sociales de este medio de comunicación, El Tiempo del Altiplano, no los interpretamos como un signo de debilidad, sino paradójicamente, como un testimonio de la exactitud de la información que hemos publicado. Cuando la verdad incomoda, cuando las acciones cuestionables se ven expuestas a la luz pública, la reacción de quienes se sienten aludidos no siempre es la más civilizada ni democrática.

Intentar silenciar las voces que dan eco a las inquietudes ciudadanas es un acto desesperado que no borra los hechos. Atentar contra la libertad de expresión, un derecho fundamental en cualquier sociedad no elimina el mal actuar de aquellos que preferirían que sus acciones permanecieran ocultas. Al contrario, estos ataques solo reafirman la necesidad de nuestra labor periodística.

En El Tiempo del Altiplano, nuestra brújula siempre ha apuntado hacia las quejas de la ciudadanía. Es en esas voces, a menudo silenciadas o ignoradas, donde reside la información más genuina y relevante para nuestra comunidad. Seguiremos siendo el canal a través del cual esas inquietudes se hagan públicas, porque creemos firmemente que una sociedad informada es una sociedad más fuerte y capaz de exigir cuentas a quienes la gobiernan o influyen en ella.

Que quede claro que estos actos intimidatorios no nos desviarán de nuestro compromiso con la verdad y con los habitantes del Altiplano. La libertad de expresión no es un privilegio que se otorga o se retira a conveniencia de unos pocos; es un pilar fundamental de la democracia. Y nosotros, en El Tiempo del Altiplano, seguiremos ejerciéndolo con responsabilidad. Porque la verdad, aunque a algunos les duela, siempre encuentra su camino para ser conocida.