Matehuala vuelve al panorama internacional pero no por el “buen” trabajo que están haciendo sus diputados y su alcalde. Todo lo contrario: metanfetamina, huachicol y drogas son ahora la marca registrada con la que aparece la región del Altiplano en las noticias nacionales e internacionales. El secretario de Seguridad y Protección Ciudadana del Estado, Jesús Juárez Hernández, confirmó que han sido ubicados campamentos presuntamente utilizados por células del crimen organizado para reclutar jóvenes, adiestrar a sus integrantes y planear operaciones ilícitas. Estos puntos, dijo, se han detectado principalmente en la región del Altiplano, lo que evidencia la magnitud del problema y la fragilidad institucional de los municipios.
La lista de víctimas en el Altiplano sigue creciendo. La mayoría de los casos corresponden a hombres jóvenes, aunque cada vez son más frecuentes las denuncias por desaparición de mujeres y migrantes. Matehuala, por su ubicación estratégica en la Carretera 57, se ha convertido en un corredor codiciado por los grupos criminales. Pero mientras el crimen se organiza, la autoridad municipal se desorganiza. Y en medio de todo esto, el alcalde Raúl Ortega prepara un informe de gobierno con muy poco (o nada) que presumir.

¿Qué puede informar Ortega? Obras no hay, abrió calles, pero no concluyó ninguna. Educación y deporte son palabras olvidadas. Infraestructura, inexistente. Agua, tampoco. Lo único que sí florece en su administración es la inseguridad, la delincuencia y el desgobierno. La Policía Municipal ha sido incapaz de responder y el comandante Jorge Peña, quien al inicio del trienio presumía mano dura, terminó diluyéndose hasta desaparecer del panorama. Ortega llega a su informe sin resultados tangibles, y con una ciudadanía que ya no cree en sus promesas.
Pero no está solo. Otros alcaldes del Altiplano también tendrán que “inventar” qué decir en sus informes de gobierno. En Catorce, Javier Sandoval “El Viejito Verde” podría presumir sus múltiples viajes en helicóptero, porque de obras poco o nada. El calendario turístico de Semana Santa fue pobre y no hay planeación para los meses fuertes que vienen. La falta de policías y ambulancias agrava los accidentes que ocurren en el municipio, pero el alcalde prefiere culpar a administraciones pasadas. Eso sí, paga puntualmente a perfiles falsos de Facebook que lo defienden a capa y espada.
En Charcas y Cedral, Marisol Nájera y Cinthia Segovia respectivamente, han hecho de la foto y las redes sociales su único logro. Lo poco que presumen es lo que ha hecho el gobernador Ricardo Gallardo Cardona; el rescate de escuelas, calles y hasta ferias. Ellas se cuelgan del trabajo ajeno y lo publican como propio. La grilla y las selfies les resultan más atractivas que la gestión municipal.
Venado también merece mención especial. Su alcaldesa, José Reyes Martínez “Reyitos”, inauguró obras que no duraron ni 24 horas. No conforme, culpó a las lluvias y a administraciones anteriores, como si Tlaloc tuviera la culpa del desastre en que se encuentra el municipio. A eso se suma el adeudo con exregidores, que se niega a pagar a pesar de la orden del Tribunal Electoral del Estado. El dinero, dicen, ya se gastó. ¿En qué? Quizás lo explique en su informe, si quiere que dure más de cinco minutos.
Y en Villa de la Paz, el presidente municipal Juan Francisco Gómez puede recordar en su informe la riña callejera en la que agredió físicamente a un joven llamado Esteban, o cómo después de la pelea tomó represalias al despedir a la madre del muchacho, quien trabajaba en el organismo operador de agua potable. Mientras tanto, el municipio agoniza por la falta de agua, sin proyectos ni soluciones a la vista.
Los próximos eventos de informes municipales se perfilan como un auténtico “pululero” de hipocresía, donde más que rendir cuentas a la ciudadanía, se buscará tender puentes con dirigentes estatales y, sobre todo, con el propio gobernador. No es casualidad que muchos alcaldes lo inviten con bombo y platillo, su sola presencia legitima el trabajo local y envía señales claras hacia dentro y fuera de cada municipio.
Sin embargo, no estará en todos. El gobernador elegirá con pinzas qué informes acompañar, pues ahí radica el verdadero mensaje, su asistencia será el aval de que ciertos municipios han hecho la tarea, convenciendo a la población de que los recursos enviados por el estado se transforman en obras tangibles y no en botín de grupos cercanos a los alcaldes. En otras palabras, cada silla ocupada o vacía a su lado será una lectura política a futuro.
Así están las cosas en el Altiplano, municipios hundidos en problemas, alcaldes sin capacidad de respuesta y comunidades que sobreviven a la inseguridad y al abandono. Este año, los informes de gobierno prometen ser puro cuento, relatos inventados y justificaciones de lo que no hicieron. La verdadera historia ya la sabemos, corrupción, pleitos personales, obras inconclusas y una ciudadanía que paga las consecuencias. Veremos qué tan creativos se ponen nuestros alcaldes, pero lo que no podrán ocultar es que los resultados brillan por su ausencia.