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Columna I Un cierre de año complicado

Por Francisco Acosta-Martínez

Se acerca el final de 2025 y, como ya es tradición, en muchos municipios del Altiplano Potosino, los Ayuntamientos muestran la actitud de siempre; caos financiero y cuentas a punto de estallar. La planeación económica, la disciplina y el sentido común quedaron, parece, en un cajón junto con los presupuestos bien hechos. Ahora, la ciudadanía espera, resignada, que los milagros ocurran antes de que cierre el año.

Son varios los municipios de la región que enfrentan un dilema que ni la mejor brújula financiera podría resolver; no tienen recursos para pagar a sus trabajadores, cumplir con los aguinaldos ni garantizar prestaciones mínimas. Eso sí, no se preocupen, las nóminas de alcaldes, regidores y directores están perfectamente cubiertas. La prioridad queda clara, primero los privilegios, después todo lo demás.

La causa es evidente y, francamente, un poco divertida si no fuera trágica; gastos súbitos, ocurrencias y autorizaciones que jamás se presupuestaron se acumularon durante el año como pequeñas bombas de tiempo. Ahora, el efecto es predecible, municipios sin liquidez, programas detenidos y servicios al borde del colapso.

El Gobierno del Estado fue claro: no habrá préstamos de emergencia. Cada Ayuntamiento deberá rascarse con sus propias uñas, idear estrategias milagrosas o, en el peor de los casos, explicarle a los ciudadanos por qué los servicios escasean. Un recordatorio elegante de que la improvisación tiene consecuencias y que, a diferencia de ciertos funcionarios, los problemas financieros no desaparecen con discursos bonitos.

Lo más grave, sin embargo, no es que se cierre el año con déficit. Lo más alarmante es la perspectiva de 2026, pues, a este ritmo, sin cambios en la administración ni un mínimo de responsabilidad, los municipios repetirán los mismos errores. Pocas obras, programas suspendidos y un gasto público que seguirá privilegiando a los de siempre. La ironía es evidente, los gobiernos municipales logran demostrar cada año que pueden sobrevivir sin disciplina, pero nunca logran que la comunidad lo haga.

Al final, cerrar bien el año no será cuestión de eficiencia ni talento, será cuestión de suerte, resignación y de que los ciudadanos, otra vez, se conformen con lo que les dejaron. Porque, al parecer, la austeridad en algunos municipios sólo aplica para quienes no tienen cargo ni privilegios. Y eso, queridos lectores, sí que es un arte muy difícil de perfeccionar.