RAÚL ORTEGA, alcalde de Matehuala, campeón de la calma, nos ha dejado ver su gran sabiduría. Según él, los periodistas que escuchan los problemas y quejas de los ciudadanos son solo un grupo de «desadaptados sociales». Para el señor Ortega, lo mejor sería una sociedad donde nadie se queje y la prensa solo diga cosas bonitas del gobierno, sin molestar a los que tienen el poder. ¡Qué suerte que existan esos «raritos» que todavía piensan que lo que dice la gente importa!
El gobernador Gallardo, con objetividad, dio su punto de vista ante las declaraciones de Raúl Ortega. Dijo que aquellos políticos que sienten el pinchazo de la crítica son, en realidad, los inadaptados. En otras palabras, son algo así como seres de piel tan fina que rivaliza con la de un pétalo de rosa. Como si la labor de los medios, en su infinita sabiduría y ante el descontento social, fuera hablar mal de la gente que pide a gritos que se vea un gobierno.
EN OTRO TEMA, los ataques que este medio sufrió al ser víctimas de hackeo en nuestras redes sociales son testimonio de la exactitud de la información que hemos publicado. Cuando la verdad incomoda, cuando las acciones cuestionables se ven expuestas a la luz pública, la reacción de quienes se sienten aludidos no siempre es la más civilizada ni democrática.
En El Tiempo del Altiplano, nuestra brújula siempre ha apuntado hacia las quejas de la ciudadanía. Es en esas voces, a menudo silenciadas o ignoradas, donde reside la información más genuina y relevante para nuestra comunidad.
REAL DE CATORCE, ese edén de silencio donde el viento arrastra las plegarias de comerciantes y empresarios, quienes, como ya habíamos anticipado, ahora enfrentan una crisis… digamos, «más intensa», conmueve por la falta de promoción turística. Un detalle menor que algunos, como el alcalde Javier Sandoval, podrían considerar insignificante ha dejado una Semana Santa de angustia financiera. No sería sorprendente, en absoluto, que pronto las pintorescas fachadas se vean adornadas con una colección de letreros de «Se Vende», transformando al pueblo mágico en un catálogo inmobiliario.
EL TEMA DE LA SEMANA, y que seguirá por mucho tiempo, es la muerte de la bebé Darian en la guardería Los Reyes. Fue como una bomba que dejó entrever la falta de trabajo y de supervisión constante de Protección Civil y la Coepris a este y muchos otros tipos de establecimientos. Seguramente esto se dará en los próximos días y, para «taparle el ojo al macho», habrá una cacería para clausurar establecimientos y entonces actualizar los que cumplen y los que no con las medidas de seguridad.
Pero el asunto no es solo eso: las autoridades tendrán que actualizar su padrón, porque, como bien lo dijo Raúl Ortega, hay negocios, en general, que les urge abrir y se brincan los requisitos, o los encargados de autorizar solapan que les falte una que otra cosita. Hay muchas denuncias ciudadanas contra más guarderías, pero tal parece que no es suficiente para las instituciones. Todo está muy protocolizado y, si no se hace la denuncia formal en la Fiscalía, no hay quien vele por la seguridad de los niños.
A estas alturas del caso, ya debió de haber habido por lo menos una reunión entre Protección Civil, el DIF, la Coepris y la Fiscalía de SLP para ver estrategias de prevención y no esperar a que pase otra tragedia. El interés no es mucho, así que todo indica que, a lo fácil, habrá operativos contra guarderías particulares. Ojalá que no se les olvide que hay un caso que está en curso y ese es deslindar responsabilidades en la muerte de Darian.
Hasta la próxima con más Tiempo.