Con la proximidad del Día de Muertos, la tradicional limpieza y rehabilitación de los panteones municipales se ha convertido, más que en una labor de mantenimiento, en el principal acto político de los presidentes municipales. Lo que debería ser una acción cotidiana se transforma en un trabajo mediático intensivo para proyectar una imagen de gestión eficiente justo antes de la visita masiva a los cementerios.
Año tras año se repite el mismo patrón: los cementerios permanecen en el abandono y con deficiencias de infraestructura durante meses, acumulando maleza, escombros y tumbas dañadas. Sin embargo, durante los primeros días del mes de octubre, las brigadas de servicios públicos se movilizan. Fuentes de varios municipios confirmaron que las órdenes estrictas son priorizar la limpieza de las áreas visibles y las principales calles dentro de los cementerios. El objetivo es ofrecer una fachada de orden y limpieza de cara a la visita de miles de familias.
Los anuncios que hacen los alcaldes sobre estas jornadas de saneamiento van acompañados de fotografías en donde portan chalecos y escobas, o bien posan supervisando de cerca los trabajos y platicando con la gente. Los comunicados oficiales destacan la inversión en dignificación de los panteones para garantizar la comodidad de los visitantes. No obstante, ciudadanos señalan que esta estrategia distrae de problemas de fondo, como la saturación de los cementerios, la falta de seguridad que propicia el robo de objetos y floreros, y la ausencia de un presupuesto anual real para el mantenimiento integral, obligando a usar recursos de última hora para un “maquillaje”.
Para la ciudadanía, esta limpieza temporal ofrece un respiro momentáneo. Comentan que da gusto ver el panteón limpio, pero es una pena que tengan que esperar a que sea Día de Muertos o fechas de alto flujo de visitantes para que los alcaldes se acuerden de estos lugares. Al final, el abandono regresará el 3 de noviembre, a la espera del próximo “maquillaje”.