En Matehuala, la política atraviesa una de sus peores crisis de representación. Los partidos están de la fregada: no se sabe si actúan con cautela, esperando tiempos más favorables, o si de plano no existen perfiles capaces de levantar la mano y dar la cara. Lo cierto es que es un secreto a voces que las campañas para el 2027 ya empezaron, pero en este municipio nadie quiere asomar la cabeza.
En los cafés y tertulias políticas se comenta que el relevo en Matehuala podría recaer en mujeres. La apuesta no es casualidad, con el historial que ha dejado el PAN en el municipio, marcado por decepciones y malos manejos, la estrategia de los partidos podría enfocarse en candidatas, intentando conectar con la gente a través del sentimentalismo y no del populismo masculino que, en los últimos años, solo dejó promesas rotas.
El ejemplo más claro de ese desgaste es Raúl Ortega, quien no ha dado el ancho como alcalde. En lugar de resolver los problemas de un municipio que se desmorona, Ortega prefiere acompañar a Vero Rodríguez como su sombra en supuestas reuniones en la capital potosina. El pueblo se cae a pedazos, pero el presidente municipal ya está enfocado en su futuro personal, una curul asegurada, probablemente en el Congreso. Lo suyo no es gobernar, sino escalar.
El PRI, por su parte, trata de simular fortaleza con cambios en su dirigencia municipal. Este fin de semana, Nery Mendoza y María Corazón Mendoza asumieron la presidencia del CDM en Matehuala, recibiendo el nombramiento de manos de la dirigente estatal y diputada local Sara Rocha. El acto estuvo rodeado de inconformidades, pues la militancia acusa que se entregó el partido a perfiles cercanos al exalcalde Raymundo García, lo que genera más división que unidad.
Aun así, Sara Rocha cumplió con la formalidad de tomar la protesta de rigor y aseguró que con ello “se fortalece el Revolucionario Institucional”. Pero la realidad es distinta, la militancia externó dudas sobre la capacidad y la trayectoria de los nuevos dirigentes, por lo que, lejos de inspirar confianza, ambos serán observados con lupa. En un partido desgastado y con cada vez menos credibilidad, las improvisaciones pueden costar más caro de lo que se cree.
El Partido Verde tampoco muestra mejor panorama. A pesar de que el gobernador Ricardo Gallardo ha impulsado bastante el desarrollo en el municipio y en toda la región Altiplano, la realidad es que en Matehuala no hay cuadros políticos sólidos que garanticen continuidad. La estructura depende demasiado del arrastre del mandatario, pero sin perfiles propios es difícil imaginar una verdadera consolidación en el territorio.
La ausencia de liderazgos es el denominador común en todos los partidos. Nadie parece tener proyecto ni rumbo, y mientras tanto la gente ve cómo la política se reduce a grillas de escritorio, negociaciones en lo oscurito y carreras personales por sobrevivir en el poder.
El panorama político del municipio es desolador. Un alcalde distraído en su futuro personal, partidos sin rumbo, dirigencias impuestas, perfiles débiles y un vacío de liderazgos reales. Lo único claro es que la gente está cansada de lo mismo. Y mientras los políticos juegan a cuidarse las espaldas o a negociar posiciones, el municipio sigue sin proyectos de largo aliento.
Por ahora, Matehuala se encuentra en un punto muerto. Si no hay liderazgos auténticos, si no hay compromiso con la ciudadanía, el futuro electoral será una repetición de lo que ya se vive hoy: un municipio olvidado, con promesas huecas, proyectos truncos y partidos más preocupados en sus cuotas que en su gente.