La coloquialmente llamada “Ley gobernadora” volvió a poner sobre la mesa un tema que, tarde o temprano, tenía que discutirse en Matehuala, la posibilidad real de que el municipio sea gobernado por una mujer. En el discurso público suena bien, incluso necesario en tiempos de paridad, pero cuando se revisan los perfiles que hoy se mueven en el tablero político, la realidad es menos alentadora. Los nombres son pocos, los proyectos escasos y, en varios casos, las aspiraciones parecen más producto de acuerdos familiares o políticos que de una verdadera vocación de gobierno.
Entre los perfiles que generan mayor conversación está el de Noelia Cortés. Su historia personal la colocó en el centro de la atención pública tras ser víctima de la violencia cuando le arrebataron a su esposo. En la pasada elección logró algo que pocos pueden presumir, una votación significativa sin compra de votos, sin padrinos políticos y sin estructuras tradicionales. Ganó en Matehuala, y eso le dio un capital ciudadano importante. Su fortaleza radica en la empatía social y en el respaldo de personas que se sienten representadas por una figura ajena a la vieja política. Sin embargo, el reto para Noelia sigue siendo la construcción de un proyecto sólido de gobierno y un equipo con experiencia que le permita pasar del respaldo emocional a la capacidad administrativa.
En Morena aparece Paula Méndez, esposa del exalcalde Iván Estrada, un perfil que difícilmente puede entenderse sin la figura de su esposo. Su posible candidatura responde más al intento de Iván por reingresar a la política que a un posicionamiento propio. Cuando Paula estuvo al frente del DIF municipal tuvo la oportunidad de darse a conocer y construir una imagen pública, pero su paso fue gris, sin resultados que hayan dejado huella en la memoria colectiva. Hoy, su nombre no genera entusiasmo ni expectativa, y su eventual candidatura parece depender completamente de la estructura y las aspiraciones de su esposo.
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En el PAN, el escenario se vuelve más complejo. Por un lado está Mari Carmen Vázquez y por el otro Zoraria de los Reyes, esposa del actual alcalde Raúl Ortega. Aquí el trasfondo político es evidente, Raúl está empeñado en mantenerse en el poder otros tres años, aun cuando el desgaste de su administración es notorio y el hartazgo ciudadano crece por la inoperancia y los malos manejos al frente del municipio. La cercanía de Ortega con la dirigente estatal del PAN, Verónica Rodríguez, coloca a Zoraria como una aspirante con ventaja interna, aunque eso no necesariamente se traduzca en respaldo popular. El riesgo para el PAN es claro, insistir en una continuidad disfrazada podría profundizar el rechazo ciudadano.
Como en cada proceso electoral, aparece también Silvita Castillo, la eterna aspirante. Sin importar el partido o incluso sin tener uno, Silvita siempre va. La gente la conoce, su nombre es familiar y su presencia es constante, pero la realidad es que no cuenta con posibilidades reales de ganar. Aun así, competirá, más por convicción personal que por viabilidad política, dejando claro que su participación es una constante que difícilmente se traducirá en triunfo.
En contraste con varios de estos perfiles, destaca el nombre de Lucinda Díaz Rodríguez, quien podría ir por el Partido Verde. Abogada y contadora, líder del gremio de abogados, es una mujer respetada y reconocida en el Altiplano. Ha ocupado diversos cargos públicos, incluyendo la responsabilidad de las finanzas de la región, lo que le da un conocimiento profundo de la administración pública. De todas las aspirantes que hoy se mencionan, Lucinda es la única que cuenta con experiencia comprobada en el manejo de recursos, estructura gubernamental y toma de decisiones. No es una figura improvisada ni producto de coyunturas familiares; es un perfil técnico y político con trayectoria.

Al final, el debate en Matehuala no debería centrarse únicamente en si una mujer puede gobernar el municipio, porque esa respuesta es evidente, sí puede. La discusión de fondo es quién tiene la capacidad, la experiencia y la visión para hacerlo. Hoy hay muchas aspirantes, pero pocas opciones reales. Y en un municipio cansado de improvisaciones, el género no será el factor decisivo; lo será la preparación, la credibilidad y la capacidad de dar resultados.






