Las últimas lluvias han convertido las calles de la ciudad en un verdadero riesgo para automovilistas y peatones. Lo que antes eran pequeños desperfectos en el asfalto, hoy se han transformado en enormes baches que se multiplican con cada aguacero, complicando el tránsito y causando daños constantes a los vehículos.
Las vialidades más transitadas, así como calles de diversas colonias, presentan hoyos de gran tamaño que hacen difícil la circulación. Los reportes de llantas ponchadas, rines dañados y suspensiones rotas son cada vez más frecuentes, generando gastos imprevistos para las familias de la región, que deben destinar parte de sus ingresos a reparaciones mecánicas derivadas de la falta de infraestructura adecuada.
A pesar de que las autoridades municipales han reconocido el problema, las acciones implementadas han sido insuficientes. El avance de los baches es más rápido que las esporádicas obras de bacheo, lo que provoca que lo reparado un día vuelva a deteriorarse con la siguiente lluvia. Este ciclo ha puesto en evidencia la necesidad de aplicar soluciones de fondo, más duraderas y eficaces, que garanticen vialidades seguras para los habitantes.
En este contexto, ciudadanos han manifestado su inconformidad con la administración encabezada por el alcalde Raúl Ortega, a quien acusan de omiso frente a la gravedad de la situación. Señalan que no existe una estrategia clara ni un plan integral para atender el deterioro de las calles, lo que mantiene a la población expuesta a accidentes y a gastos económicos que deberían prevenirse con una mejor planeación gubernamental.