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Secuestros virtuales, la epidemia sin fin en Matehuala

Por Luis Loera

A pesar de las constantes advertencias y las diversas campañas de concientización, los secuestros virtuales siguen cobrando víctimas en Matehuala. A menudo se piensa que el uso intensivo de la tecnología por parte de los jóvenes los haría inmunes a estas estafas, pero la realidad demuestra lo contrario. En lugar de ser un escudo, la interacción con el mundo digital se ha convertido en una distracción que los hace vulnerables.

Los delincuentes, muchas veces operando desde el interior de centros penitenciarios, han perfeccionado su método para explotar la vulnerabilidad de las víctimas. Estos crímenes no dependen de una confrontación física, sino de la manipulación psicológica a través de una simple llamada telefónica.

Los secuestradores virtuales suelen actuar con un guion bien definido. La llamada de extorsión comienza con una amenaza o la simulación de una situación de emergencia que involucra a un ser querido. Con un tono de voz que transmite autoridad, afirman haber secuestrado a un familiar y, al mismo tiempo, exigen a la víctima que se aísle, utilizando especialmente hoteles y cortando toda comunicación con el exterior.

Aquí es donde la tecnología juega un papel fundamental para los delincuentes: le ordenan a la víctima que apague su teléfono y compre otro, o que simplemente no se comunique con nadie. Esta desconexión forzada evita que confirme si su familiar está en peligro, eliminando toda vía para desmentir la amenaza.

Una vez que la víctima se encuentra aislada, los delincuentes continúan con la extorsión. Solicitan a la familia depositar una suma de dinero en una cuenta bancaria o comprar tarjetas de regalo para “liberar” al supuesto secuestrado. La presión psicológica es constante y la víctima, en estado de pánico, actúa bajo el control del delincuente.

Los secuestradores virtuales, a través de la manipulación y el aislamiento, logran sus objetivos sin que exista un secuestro real. En ocasiones manipulan fotografías, en las que no se ve el rostro de la persona aislada, pero sí una figura amarrada. En casos más extremos, obligan a la víctima a tomarse imágenes que simulan tortura; estas son enviadas a los familiares para presionarlos con el pago del rescate.

En Matehuala se han implementado diversas estrategias para combatir este fenómeno. Las autoridades han lanzado campañas informativas, tanto impresas como digitales, además de impartir pláticas en escuelas y universidades para educar a los jóvenes sobre los riesgos. Sin embargo, los delincuentes perfeccionan continuamente sus métodos, lo que hace que estas estafas persistan.

El riesgo es latente y se oculta en una simple llamada. La familiaridad con la tecnología no ha logrado ser una barrera contra estos crímenes, sino un terreno fértil que los delincuentes explotan sin piedad. Aunque el papel de las autoridades es crucial en la investigación y prevención, la realidad es que la solución para acabar con este delito depende, en gran medida, de la reacción de la sociedad.

La clave para evitar ser víctima radica en atender las alertas y, sobre todo, en escuchar las experiencias de quienes ya han sido blanco de este delito. La seguridad de la comunidad depende de su capacidad para identificar el engaño a tiempo.