Tiempo de hablarTitulares

Tiempo de Hablar I Seguridad ausente, cámara presente

En Matehuala, la ciudadanía ya no se sorprende cuando ve al comandante Jorge Peña aparecer en escena cada vez que ocurre un incidente. No llega para coordinar, contener o resolver; llega para encender su teléfono y transmitir en vivo. Esa rutina se ha vuelto tan predecible como inoperante. Incluso sus transmisiones, lejos de informar, suelen fallar porque las ha llegado a realizar con el micrófono muteado, reflejo perfecto de una autoridad que habla mucho, pero no dice nada. Mientras la inseguridad crece, él parece más preocupado por la iluminación, el ángulo y los comentarios que recibe en Facebook que por la seguridad del municipio que debería proteger.

La escena más reciente que desnuda esta dinámica ocurrió cuando una patrulla de Seguridad Pública atropelló a un perrito y se dio a la fuga. El video circuló rápidamente en redes sociales, generando indignación. Como era de esperarse, Peña llegó inmediatamente, pero no para investigar, deslindar responsabilidades o atender el reclamo ciudadano. Llegó para hacer una transmisión en vivo donde, en lugar de asumir la gravedad del hecho, decidió atacar a los medios que difundieron el video. Acusó a reporteros y periodistas de no presentarse en los lugares de los incidentes, una declaración temeraria en un país donde ejercer el periodismo implica jugarse la vida a diario. Mientras tanto, el comandante usaba su plataforma para confrontar.

Resulta interesante y preocupante observar cómo reacciona el director de seguridad, no a través de protocolos, no mediante operativos ni investigaciones, sino cada que aparece un video o una publicación en redes sociales. Basta con que alguien suba una denuncia para que él se dé por aludido y corra a grabar. ¿Pero qué pasa con las balaceras que se reportan a medianoche? ¿Con las desapariciones que duelen en cada familia? ¿Con los asaltos y disturbios que ocurren en colonias enteras? Esos episodios jamás aparecen en sus transmisiones. En esos momentos, el comandante simplemente “no se da por enterado”, como si su responsabilidad solo existiera cuando puede verse reflejada en un video viral.

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Y es que, a estas alturas, es evidente que su objetivo no es fortalecer la seguridad de Matehuala. Su objetivo es convertirse en una especie de influencer local, un personaje más preocupado por acumular likes que por obtener resultados. Mientras transmite, las colonias siguen viviendo bajo la sombra del miedo. En la Dichosa, la Infonavit, la Antorchista, y muchas zonas donde cada semana hay disturbios, jamás se le ha visto aparecer para resolver un conflicto. Y si de comunidades hablamos, Carbonera, Estanque de Agua Buena y varias más, la ausencia del comandante es absoluta, aunque en esos lugares el miedo y la violencia se sienten a flor de piel y la presencia policial es urgente.

La última muestra de su desatención ocurrió el domingo 16 de noviembre, cuando policías municipales dispararon contra un presunto ladrón en pleno estacionamiento de Soriana, provocando pánico entre familias que solo hacían sus compras. Ese operativo improvisado puso en riesgo a decenas de personas. Y sin embargo, en ese incidente, que realmente ameritaba información oficial inmediata, el comandante Peña brilló por su ausencia. No hubo transmisión, no hubo explicación, no hubo presencia. La cámara, que tanto lo acompaña en situaciones triviales, no apareció cuando se trataba de dar la cara por un operativo fallido que puso en peligro a la ciudadanía.

Si el comandante quiere criticar o lanzar ataques contra los medios, puede hacerlo, está en su derecho. Pero eso no borra la realidad de su desempeño en Matehuala. Los resultados no se maquillan con transmisiones en vivo, ni con discursos improvisados frente a una cámara. La gente vive con miedo. Basta preguntarle a cualquier habitante qué siente al salir de noche, si es que todavía se atreve a salir, porque cada vez más personas optan por permanecer en casa. El temor ya forma parte del paisaje cotidiano, y no hay transmisión que pueda ocultarlo. Esa es la verdadera evaluación del trabajo de quien dirige la seguridad.

La permanencia de Jorge Peña en ese cargo tampoco es casualidad. Llegó gracias al respaldo del exalcalde Franco Coronado, quien lo colocó como comandante. Pero su periodo duró poco, en cuanto Raúl Ortega asumió la alcaldía, lo destituyó, evidenciando que su desempeño no era satisfactorio. Sin embargo, Franco intervino, movió hilos y logró que su protegido regresara al puesto. Desde entonces, Peña parece más dedicado a demostrarle a Coronado que está “trabajando”. Todo apunta a que sus esfuerzos no van dirigidos a Matehuala, sino a mantener su cercanía política con quien le prometió una regiduría en las próximas elecciones. Esa es la verdadera audiencia a la que le habla.

En Matehuala, cada quien trabaja para lo que quiere. Y está claro que Jorge Peña no trabaja para fortalecer la seguridad pública ni para mejorar la vida de las familias. Trabaja para sostener una imagen, para alimentar un perfil público y para complacer intereses políticos. La ciudad necesita un comandante que se enfoque en resultados, no en transmisiones. Alguien que atienda lo urgente y lo importante, no lo que genera reproducciones. Mientras eso no ocurra, Matehuala seguirá siendo un escenario donde la inseguridad crece, y donde la autoridad responde solo cuando hay cámara de por medio.