En política, hay movimientos que se sienten como temblores, y la llegada de Jorge Vega al Altiplano potosino es uno de ellos. Hasta hace unas semanas, Vega se desempeñaba como subsecretario de Gobernación, y su aterrizaje en el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) no ha pasado desapercibido. En apenas unos días, alborotó el avispero y encendió los ánimos en Matehuala, donde el Verde busca, por fin, romper la maldición que le ha impedido gobernar el municipio.
Desde su llegada, Jorge Vega dejó claro que no vino a improvisar ni a tomarse la política a la ligera. Su tarea es poner orden, limpiar la casa y reestructurar un partido que, en el Altiplano, ha sido más un cúmulo de intereses personales que un proyecto político sólido. Y puede lograrlo. Con su estilo directo, sin rodeos, ha comenzado a mover las piezas en los municipios clave, y Matehuala, por supuesto, encabeza la lista.
El simple anuncio de su llegada provocó que cinco aspirantes levantaran la mano para buscar la alcaldía: Pepe Nava, Ramoncito Sánchez, Franco Coronado, Franco Lujano y Tomás Zavala. Nombres conocidos, pero que generan más suspiros que entusiasmo. La mayoría ya probó suerte en política, y los resultados no fueron precisamente alentadores. Como bien se dice: “uno peor que el otro”. Ninguno representa una verdadera opción de triunfo; más bien, parecen formar parte de una colección de aspirantes reciclados que solo buscan acomodo.
Y es que Matehuala ha sido un reto permanente para el Verde. Aunque ha intentado varias veces hacerse del control del municipio, las divisiones internas, los egos y los errores estratégicos le han costado caro. El único que logró romper con esa inercia fue Jano Segovia, quien, pese a los resultados que entregó, fue rápidamente relegado por el partido. A Jano se le borró de la memoria política del Verde, y la falta de lealtad con quienes realmente trabajaron ha sido una de las razones del desgaste del partido en la región.

Pero Jorge Vega no es cualquier operador político. Sabe lo que es estar en el campo, en la calle y en los tribunales. Su experiencia al frente de un Ministerio Público le dio una visión más completa de cómo se tejen las alianzas, cómo se manipulan los intereses y, sobre todo, cómo se filtra la corrupción en la política local. Por eso no lo van a sorprender. Conoce el terreno, los actores, los métodos y los trucos. No lo van a comprar tan fácil como a Quique Flores, que terminó siendo el gran responsable de la debacle electoral del partido.
De Flores todavía se habla, pero no por sus aciertos. Su falta de liderazgo, su evidente sumisión ante grupos externos y su incapacidad para construir acuerdos fueron el detonante de la derrota pasada. Jorge Vega, en cambio, representa una figura con autoridad y criterio. Su objetivo es colocar un perfil competitivo, alguien que represente una verdadera opción de triunfo, no un simple candidato de relleno. Porque, seamos claros, los cinco que ya levantaron la mano no llenan ni media plaza, y si de arrastre popular se trata, no juntan ni treinta simpatizantes en sus propias cuadras.
Durante una reciente reunión del Partido Verde en Matehuala, el nombre de Dulcelina Sánchez de Lira, actual diputada del segundo distrito, comenzó a sonar con fuerza. Todo indica que será la carta del partido para buscar una diputación federal. Su cercanía con la estructura estatal y con el propio gobernador Ricardo Gallardo Cardona la colocan en una posición privilegiada.
Por otro lado, hay quienes piensan que Movimiento Ciudadano (MC) podría ser una opción distinta en el panorama político del Altiplano. Pero más vale que se bajen de esa nube. Lo que se está tejiendo tras bambalinas apunta a una alianza entre el Verde y MC, algo que no sería descabellado si se toma en cuenta la cercanía entre Ricardo Gallardo y Samuel García, el gobernador de Nuevo León. No son pocas las voces que aseguran que ambos han mantenido conversaciones para trazar una ruta electoral compartida, y los recientes gestos públicos entre ambos mandatarios no dejan lugar a dudas.
Consulta nuestra edición impresa: https://cutt.ly/Ute2aWUK
La otra alternativa, en teoría, sería Morena, pero el partido guinda enfrenta su propia tormenta interna. Morena se ha rodeado de personajes cuestionables y decisiones erráticas. Rita Ozalia Rodríguez, dirigente estatal, ha sido señalada por sus intentos de tejer alianzas con grupos de dudosa reputación durante su pasada campaña al Senado, una contienda que, por cierto, perdió estrepitosamente. Morena, al menos en el Altiplano, no ha logrado consolidar un liderazgo moral ni político, y eso lo sabe Jorge Vega.
El panorama, pues, está más que claro. El Partido Verde se juega mucho en Matehuala. Si logra recuperar la confianza del electorado, marcará un precedente en la región y fortalecerá la estructura gallardista rumbo a los próximos comicios. Pero para lograrlo, necesitan algo más que discursos reciclados y nombres de siempre. Necesitan estrategia, unidad y un candidato que no se doble ante los intereses locales.
Y ahí entra Jorge Vega. Con él, el Verde tiene la oportunidad de poner orden y hacer valer la experiencia sobre la improvisación. No vino a ser comparsa ni espectador; vino a limpiar el terreno, a frenar a los oportunistas y a colocar a quienes realmente puedan ganar. En un Altiplano acostumbrado a los caciques y al reparto de favores, eso ya es, por sí mismo, una revolución política. Porque esta vez, parece que el tablero se movió de verdad, y el que no entienda las nuevas reglas, se quedará fuera del juego.






