Tiempo de hablarTitulares

Tiempo de Hablar I Austeridad forzada

El reciente cierre de la guardería del DIF en Matehuala, sumado a la paralización de servicios públicos esenciales y obras inconclusas, revela una preocupante “austeridad forzada” que padece el Ayuntamiento bajo la administración del alcalde Raúl Ortega. A solo ocho meses de iniciado su mandato, la falta de recursos se ha vuelto el sello distintivo de una gestión que, lejos de sanear las finanzas, parece sumir al municipio en una crisis de consecuencias potencialmente devastadoras a largo plazo.

La situación actual en Matehuala es un claro indicador de una severa restricción presupuestaria. Fuentes internas del Ayuntamiento señalan que direcciones clave, como Servicios Públicos, carecen incluso de fondos para adquirir focos para el alumbrado. Esta carencia se replica en la operatividad del servicio de recolección de basura, con camiones inactivos, y en la ejecución de obras de pavimentación que, una vez iniciadas, permanecen inconclusas, convirtiéndose en monumentos al abandono y al malgasto de recursos.

El término “austeridad forzada” describe una situación en la que la administración municipal se ve obligada a recortar o suspender servicios básicos, no por una planificación económica estratégica, sino por la ausencia crítica de liquidez, producto de una mala gestión financiera o un posible desvío de recursos. El cierre de la guardería del DIF es el rostro más doloroso de esta realidad, dejando a decenas de familias matehualenses en una encrucijada. Para muchas madres y padres, este servicio era el pilar que les permitía trabajar, contribuyendo a la economía familiar y local. Su cierre amenaza con el aumento de la informalidad laboral, la disminución de ingresos en los hogares y, en última instancia, una agudización de la pobreza en el municipio.

Más allá de la ineficiencia en los servicios básicos, la administración de Raúl Ortega enfrenta serios cuestionamientos por sus políticas económicas, o la ausencia de ellas, que están ahuyentando las inversiones. Empresarios locales expresan una profunda falta de certeza, lo que impide la expansión de sus negocios y la creación de nuevos empleos. No hay evidencia de que el Ayuntamiento esté trabajando activamente en buscar y ofrecer certeza económica para la llegada de nuevas empresas al municipio.

La falta de diálogo y acuerdos con el sector privado es otro punto crítico. No existen mesas de trabajo ni iniciativas claras para impulsar obras en las que la inversión privada pueda aportar al desarrollo de Matehuala. Esto frena el crecimiento económico, ya que la unión entre el sector público y privado es fundamental para generar infraestructura, empleos y bienestar. Sin un ambiente propicio para los negocios, los inversionistas buscarán destinos más atractivos y seguros.

Las decisiones y omisiones de la actual administración no solo tienen un impacto inmediato, sino que trazan un escenario preocupante para el futuro de Matehuala, con un evidente inicio del deterioro de la infraestructura urbana y la salud pública. La acumulación de basura no solo es una cuestión estética: es un foco de enfermedades y una amenaza directa a la salud pública. A largo plazo, la falta de inversión en servicios básicos de salubridad podría derivar en brotes epidemiológicos que colapsen los sistemas de salud locales, generando costosas soluciones.

Calles sin pavimentar o con obras inconclusas no solo dificultan el tránsito, sino que impiden el desarrollo comercial y la inversión. La incapacidad para mantener los servicios básicos y finalizar proyectos de infraestructura termina por minar la confianza de los ciudadanos en sus gobernantes. Esta desilusión puede traducirse en una menor participación ciudadana y en una disminución de la recaudación fiscal. ¿Por qué un ciudadano pagaría sus impuestos si percibe que sus contribuciones no se traducen en mejoras o, incluso, en el mantenimiento de lo básico?

Si la administración de Raúl Ortega no logra equilibrar sus finanzas, es probable que se vea obligada a recurrir al endeudamiento o a depender excesivamente de transferencias de otros niveles de gobierno, lo que comprometería la autonomía financiera del municipio y limitaría aún más su capacidad de inversión y desarrollo en el futuro. Una deuda mal gestionada puede dejar hipotecadas a las administraciones venideras, y será complicado que Matehuala pueda salir del bache. Los candidatos a la presidencia municipal en 2027 lo pensarán dos veces antes de querer ganar.

El alcalde Raúl Ortega tiene el desafío de transparentar la situación financiera del Ayuntamiento y presentar un plan de acción claro para revertir esta “austeridad forzada” a la que llevó a Matehuala y, fundamentalmente, para restablecer la confianza del sector empresarial y de la sociedad. De lo contrario, Matehuala podría enfrentar un futuro incierto, con sus servicios básicos en colapso, su desarrollo estancado y una población cada vez más desatendida y desilusionada.

Hasta la próxima, con más tiempo.