La madrugada del 13 de noviembre de 1974, una casa en los tranquilos suburbios de Long Island se convirtió en el epicentro de uno de los crímenes más atroces y, posteriormente, en una de las leyendas paranormales más conocidas de Estados Unidos. En esa fecha, Ronald DeFeo Jr., de tan solo 23 años, asesinó con un rifle calibre .35 a sus padres y a cuatro de sus hermanos mientras dormían.
Los cuerpos de Ronald Sr., Louise, Dawn, Allison, Marc y John Matthew DeFeo fueron encontrados por la policía boca abajo en sus camas, sin señales de lucha ni de haber sido drogados. La frialdad del crimen y la posterior confesión del joven asesino, quien alegó que voces lo impulsaron a matar, desataron una espiral de teorías sobre presuntas fuerzas malignas que habitaban el inmueble ubicado en el entonces número 112 de Ocean Avenue.
Aunque DeFeo cambió su versión en múltiples ocasiones, incluyendo una acusación falsa a un supuesto sicario de la mafia, terminó por admitir su responsabilidad. Su abogado intentó argumentar demencia, alegando que su cliente sufría de delirios causados por el abuso de drogas y una infancia marcada por violencia familiar. Sin embargo, el jurado no aceptó esta versión y el 14 de octubre de 1975, fue condenado a seis penas de 25 años a cadena perpetua por asesinato en segundo grado.
Apenas un año después de los crímenes, en diciembre de 1975, la familia Lutz, George, Kathy y sus tres hijos, compró la casa por lo que parecía una ganga: 80 mil dólares. Pero solo 28 días después, huyeron del lugar alegando haber vivido fenómenos paranormales extremos: baba verde en las paredes, ruidos inexplicables, levitaciones, olores fétidos y apariciones. George Lutz aseguraba que se despertaba cada madrugada a las 3:15, la hora exacta de las muertes de los DeFeo, y que los sucesos fueron tan aterradores que abandonaron la casa dejando todas sus pertenencias.
En 1977, el escritor Jay Anson publicó el libro «Horror en Amityville», basado en el testimonio de los Lutz. La obra se convirtió en un best seller y fue adaptada al cine en 1979, generando una franquicia de películas, siendo la más reciente su remake en 2005. La historia catapultó la fama de la casa, que pasó a ser un sitio de peregrinación para curiosos, creyentes y fanáticos del terror. Pese a su fama siniestra, la casa ha sido habitada por diversas familias desde entonces.
Desde entonces, la casa ha cambiado de propietarios varias veces. En 2017, fue vendida en 605 mil dólares a nuevos habitantes que optaron por mantener el anonimato, pero su arquitectura colonial y su historia trágica siguen atrayendo la atención de turistas y medios. El caso Amityville ha generado intensos debates entre escépticos, creyentes y expertos. Para algunos, la tragedia de los DeFeo fue el resultado de un entorno familiar disfuncional, enfermedades mentales y abuso de sustancias. Para otros, fue la manifestación de algo más oscuro que aún habita en sus pasillos.
