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Comer tarde puede hacerte subir de peso

Los resultados del estudio indican que comer tarde contribuye al aumento del hambre y altera las hormonas reguladoras del apetito, extendiendo el tiempo de vigilia de los participantes. Además, se observó una disminución en el gasto energético al despertar y en la temperatura corporal central durante 24 horas. Estos hallazgos sugieren que la ingesta de alimentos en las últimas horas del día puede conducir a un equilibrio energético positivo y, por ende, aumentar el riesgo de obesidad.

El experimento, que se llevó a cabo durante seis días con participantes sometidos a un control estricto de sueño y alimentación, comparó dos horarios de comida diferentes. En un escenario, los participantes mantuvieron un horario tradicional de tres comidas al día, mientras que en el otro, las comidas se retrasaron, siendo la última ingerida alrededor de las 21:00 horas.

Los resultados revelaron que al comer más tarde, los niveles de la hormona leptina, que indica la saciedad, fueron más bajos durante 24 horas, sugiriendo que los participantes podrían haber experimentado mayores niveles de hambre. Además, la quema de calorías se ralentizó, y el proceso de lipólisis, responsable de descomponer la grasa, disminuyó.

La obesidad, vinculada al hábito de comer tarde, no solo plantea riesgos de salud inmediatos sino que también puede contribuir a problemas más graves como la diabetes y el cáncer. Los investigadores señalan la importancia de comprender cómo los horarios de comida y otros factores ambientales pueden influir en las vías biológicas subyacentes al riesgo de obesidad.

El equipo de investigación espera realizar estudios a mayor escala que incluyan una muestra más representativa y que exploren cómo los cambios en la hora de acostarse en relación con la hora de comer podrían afectar estos procesos. El Dr. Frank Scheer, del Brigham and Women’s Hospital de Boston, concluye que considerar estas variables es esencial para comprender y abordar los riesgos asociados con los hábitos alimenticios y su impacto en la salud global.

Un estudio reciente publicado en la revista especializada Cell Metabolism revela que comer tarde en el día puede tener consecuencias significativas en la regulación biológica del peso, aumentando el riesgo de obesidad. La investigación, que involucró a 16 participantes con sobrepeso u obesidad, destaca cómo la hora de las comidas impacta directamente en la forma en que el cuerpo quema calorías, regula el apetito y almacena grasa.

Los resultados del estudio indican que comer tarde contribuye al aumento del hambre y altera las hormonas reguladoras del apetito, extendiendo el tiempo de vigilia de los participantes. Además, se observó una disminución en el gasto energético al despertar y en la temperatura corporal central durante 24 horas. Estos hallazgos sugieren que la ingesta de alimentos en las últimas horas del día puede conducir a un equilibrio energético positivo y, por ende, aumentar el riesgo de obesidad.

El experimento, que se llevó a cabo durante seis días con participantes sometidos a un control estricto de sueño y alimentación, comparó dos horarios de comida diferentes. En un escenario, los participantes mantuvieron un horario tradicional de tres comidas al día, mientras que en el otro, las comidas se retrasaron, siendo la última ingerida alrededor de las 21:00 horas.

Los resultados revelaron que al comer más tarde, los niveles de la hormona leptina, que indica la saciedad, fueron más bajos durante 24 horas, sugiriendo que los participantes podrían haber experimentado mayores niveles de hambre. Además, la quema de calorías se ralentizó, y el proceso de lipólisis, responsable de descomponer la grasa, disminuyó.

La obesidad, vinculada al hábito de comer tarde, no solo plantea riesgos de salud inmediatos sino que también puede contribuir a problemas más graves como la diabetes y el cáncer. Los investigadores señalan la importancia de comprender cómo los horarios de comida y otros factores ambientales pueden influir en las vías biológicas subyacentes al riesgo de obesidad.

El equipo de investigación espera realizar estudios a mayor escala que incluyan una muestra más representativa y que exploren cómo los cambios en la hora de acostarse en relación con la hora de comer podrían afectar estos procesos. El Dr. Frank Scheer, del Brigham and Women’s Hospital de Boston, concluye que considerar estas variables es esencial para comprender y abordar los riesgos asociados con los hábitos alimenticios y su impacto en la salud global.

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