Los gatos viven en un mundo sensorial completamente diferente al de los humanos. Aunque ambos compartimos los mismos sentidos básicos —vista, oído, olfato, gusto y tacto—, la forma en que los gatos perciben y procesan la información da lugar a una experiencia muy distinta. Conocer estas diferencias puede ayudarnos a fortalecer nuestra relación con ellos, entender mejor su comportamiento y vivir en armonía.
La visión
A pesar de necesitar algo de luz, los ojos de los gatos están adaptados para moverse con facilidad en condiciones de poca visibilidad. Sus córneas grandes y con forma de cúpula captan la mayor cantidad de luz posible y, junto con una capa llamada tapetum lucidum que refleja la luz no absorbida, proporcionan ese característico brillo en la oscuridad. Esto, unido a sus pupilas largas y verticales que pueden expandirse hasta 300 veces en condiciones de poca luz, permite a los gatos ver mejor en la penumbra, aunque el color y los detalles se perciben de manera limitada.
El oído
Las orejas triangulares de los gatos son como pequeñas antenas móviles, capaces de rotar 180 grados y detectar sonidos en milésimas de segundo. Sus pabellones auriculares actúan como radares que pueden captar sonidos a una distancia considerable y distinguir diferencias mínimas en los tonos. En experimentos, los gatos mostraron preferencia por melodías que incluyen sonidos familiares, como ronroneos y succión, en lugar de música humana, demostrando que su oído está en perfecta sintonía con su propio universo sonoro.
El olfato
Desde el nacimiento, los gatos dependen en gran medida de su sentido del olfato, que es 14 veces más potente que el de los humanos. Poseen un epitelio olfativo extenso con millones de células especializadas en detectar olores y un órgano adicional, el de Jacobson, ubicado en el paladar, que les ayuda a analizar mejor los olores. Este mecanismo les permite obtener información detallada sobre el entorno y sobre otros gatos, lo cual es esencial para su comportamiento social y de supervivencia.
Los bigotes
Los bigotes de los gatos, o vibrisas, son mucho más que un rasgo simpático. Extremadamente sensibles al movimiento y al tacto, estos pelos especializados les ayudan a moverse en la oscuridad, detectar presas cercanas y sortear obstáculos. Las vibrisas compensan su visión borrosa de cerca, actuando como sensores que transmiten información directamente al cerebro del gato.
Con estos sentidos tan desarrollados, los gatos ven y perciben el mundo de una manera profundamente única. Entender cómo funciona el enigmático mundo sensorial de estos felinos puede ayudarnos a interpretar sus comportamientos y, sin duda, fortalecer nuestra conexión con ellos.