El terror tiene muchas formas, pero pocas tan estremecedoras como la historia que inspiró una de las franquicias más exitosas del cine de horror moderno: «El Conjuro». Detrás de la dramatización hollywoodense existe una historia documentada de miedo, sufrimiento y sucesos paranormales que marcaron para siempre a la familia Perron y dieron pie a uno de los casos más infames en los archivos de los investigadores paranormales Ed y Lorraine Warren.
Todo comenzó en enero de 1971, cuando Roger y Carolyn Perron se mudaron con sus cinco hijas a una antigua casa de campo con 14 habitaciones, situada en el corazón de Rhode Island. Lo que prometía ser un nuevo comienzo en un entorno tranquilo se convirtió en una pesadilla prolongada. Extraños olores, objetos que desaparecían y sombras que se deslizaban por los pasillos se convirtieron en parte del día a día de los Perron.

El caserón, construido siglos atrás, había sido hogar de varias generaciones de una misma familia y, con el tiempo, acumuló una serie de tragedias: muertes prematuras, suicidios y desapariciones. Pero la figura que se alzó con más fuerza del oscuro pasado de la propiedad fue la de Bathsheba Sherman, una mujer del siglo XIX señalada por sus vecinos de practicar brujería. La leyenda asegura que ofreció a su propio hijo en sacrificio a Satanás, condenando así el terreno en el que vivió.
Para la familia Perron, Bathsheba no era solo una figura del pasado. Según testimonio de Carolyn Perron, era la principal responsable de los ataques espirituales que sufría. Afirmaba que su cuerpo era invadido por esta entidad en momentos de debilidad, lo que la llevó a un estado de deterioro físico y emocional.
Alarmados por la escalada de los fenómenos, los Perron recurrieron a Ed y Lorraine Warren, una pareja de investigadores paranormales que ya contaban con experiencia en casos similares. Tras visitar el lugar, determinaron que la casa estaba bajo la influencia de una fuerza maligna, siendo Bathsheba la entidad dominante.
En una de las sesiones de espiritismo liderada por Lorraine, la situación se tornó violenta: Carolyn fue poseída, comenzó a hablar en una lengua desconocida y fue arrojada violentamente al otro lado de la habitación. Lorraine describiría más tarde este evento como uno de los más impactantes que presenció en toda su carrera.
Pese a la intervención de los Warren, los Perron no pudieron abandonar la propiedad de inmediato por razones económicas. Continuaron viviendo allí hasta mediados de los años ochenta, sometidos a un miedo constante y a eventos inexplicables que transformaron sus vidas para siempre.

Hoy en día, el caserón aún existe y sus nuevos dueños aseguran que los sucesos paranormales no han cesado por completo. Así, el caso de la familia Perron sigue siendo uno de los relatos más oscuros e impactantes del mundo paranormal, y un recordatorio inquietante de que, en ocasiones, el verdadero horror habita en la historia real.