El cine de terror ha sido experto en explorar nuestros miedos más profundos, haciéndonos enfrentar pesadillas que nos persiguen incluso después de que las luces se encienden en el cine. Sin embargo, entre todas las historias macabras, hay una que destaca por su origen en el mundo real: Annabelle.
La verdadera Annabelle no es una muñeca de porcelana tan horripilante como la retratada en la película de James Wan. Se trata de una sencilla muñeca de trapo que, según los famosos investigadores del mundo paranormal, Ed y Lorraine Warren, está habitada por un «espíritu inhumano».
La historia de Annabelle comienza en 1970, cuando una enfermera de 28 años llamada Donna recibió la muñeca Raggedy Ann como regalo de cumpleaños. Pronto, ella y su compañera de cuarto notaron fenómenos extraños: la muñeca cambiaba de posición por sí sola, aparecían mensajes escritos en papeles que no tenían en casa, e incluso la muñeca parecía sangrar.
Los acontecimientos escalofriantes continuaron con la aparición de marcas de arañazos en un amigo que se quedó a dormir. Desesperadas, las mujeres buscaron ayuda de un médium, lo que las llevó a descubrir la presencia de un espíritu llamado Annabelle Higgins, que supuestamente había sido una niña que murió en la propiedad.
Ante el peligro inminente, los Warren intervinieron y concluyeron que la muñeca no estaba poseída, sino manipulada por una fuerza maligna. Para proteger a Donna, llevaron la muñeca a su museo de lo oculto, donde permanece hasta el día de hoy con una advertencia: no acercarse demasiado, pues despertarla podría ser fatal.