El “recalentado” es una de las tradiciones más populares después de las fiestas navideñas y de fin de año: disfrutar de las sobras de la cena, con platillos que nos recuerdan los momentos celebrados en familia. Sin embargo, esta costumbre podría convertirse en un riesgo para la salud si no se siguen las recomendaciones adecuadas para su conservación y consumo.
Un estudio realizado por científicos de la Universidad de Coventry, en el Reino Unido, reveló que la mayoría de los platillos navideños no deben consumirse después de tres días desde su preparación. Esta cifra es clave para evitar el crecimiento de bacterias y otros microorganismos peligrosos para la salud.
Platillos como el pavo, el relleno, el jamón ahumado, la carne de cerdo y el salmón no deben conservarse por más de tres días. Aunque algunos guisos pueden resistir un par de recalentadas, las bacterias que provocan su descomposición empiezan a volverse más resistentes con cada re-calentamiento, lo que puede causar intoxicaciones alimentarias. Por otro lado, la pasta es uno de los pocos alimentos que puede resistir hasta cinco días si se conserva adecuadamente.
Para alargar la vida útil de estas delicias, los expertos sugieren congelar las sobras en lugar de dejarlas a temperatura ambiente. Es crucial esperar a que la comida alcance la temperatura ambiente antes de refrigerarla, y se recomienda dividirla en pequeñas porciones para evitar que se eche a perder rápidamente. Los recipientes de vidrio y las bolsas herméticas son ideales para preservar la frescura de los alimentos y prevenir la proliferación de bacterias.
Aunque el recalentar las sobras de Navidad y Año Nuevo es una tradición deliciosa, es fundamental tener cuidado con el tiempo de conservación de los alimentos para evitar problemas de salud.