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CUIDARTE es un placer

En los últimos años, el término autocuidado se ha vuelto popular. Redes sociales, influencers y campañas de bienestar lo mencionan constantemente, a menudo acompañado de imágenes de mascarillas, tazas de té o retiros en la naturaleza. Aunque estas prácticas pueden ser agradables, el autocuidado va mucho más allá del placer momentáneo. Desde la psicología y la salud mental, hablamos de autocuidado como un conjunto de acciones deliberadas para proteger nuestro bienestar físico, emocional y mental. Pero ¿qué dice la ciencia sobre qué prácticas funcionan realmente.

El autocuidado no debería entenderse como egoísmo ni lujo, sino como una responsabilidad personal. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se trata de comportamientos que promueven la salud activa, previenen enfermedades y ayudan a afrontar el estrés. Esto implica hábitos cotidianos que, aunque a veces no sean “instagrameables”, tienen un impacto profundo y sostenido.

SUEÑO, LA BASE DEL EQUILIBRIO MENTAL Dormir bien no es opcional. Estudios muestran que la privación del sueño afecta la memoria, la regulación emocional, la capacidad de concentración y aumenta el riesgo de trastornos como la depresión o la ansiedad. Dormir entre 7 y 9 horas, mantener horarios regulares y evitar pantallas antes de acostarse son medidas sencillas y altamente efectivas.

MOVIMIENTO CORPORAL El ejercicio físico regular no solo mejora la salud cardiovascular y muscular, sino que también actúa como un potente regulador emocional. Se ha comprobado que caminar, bailar, nadar o practicar yoga reduce los síntomas de ansiedad y depresión, al liberar endorfinas y mejorar la conexión cuerpo-mente. No hace falta una rutina intensa: 30 minutos al día de movimiento pueden marcar una diferencia.

CONEXIÓN SOCIAL Las relaciones humanas son un pilar esencial del bienestar psicológico. Sentirse escuchado, apoyado y conectado con otros reduce los niveles de cortisol (la hormona del estrés) y mejora la resiliencia emocional. Esto incluye pasar tiempo con seres queridos, pedir ayuda cuando la necesitamos y construir redes de apoyo genuinas.

TIEMPO DE CALIDAD CON UNO MISMO Practicar mindfulness, escribir un diario emocional o simplemente detenerse a respirar conscientemente permite reconectar con nuestras necesidades internas. No se trata de “desconectarse del mundo”, sino de reconectarse consigo mismo. Estas prácticas han demostrado beneficios en la regulación del estrés, la toma de decisiones y la claridad mental.

ALIMENTACIÓN CONSCIENTE Y BALANCEADA Comer bien no es solo una cuestión estética. Existen fuertes vínculos entre la nutrición y la salud mental. Dietas ricas en frutas, verduras, legumbres y omega 3, y bajas en azúcares y ultraprocesados, se asocian con un menor riesgo de depresión y fatiga mental. El autocuidado real no es una moda, ni se limita a los fines de semana. Es una práctica cotidiana, a veces silenciosa, que requiere constancia y compromiso. Invertir en descanso, movimiento, conexión y hábitos saludables no solo mejora nuestra calidad de vida: es una forma de cuidarnos con respeto, conciencia y ciencia.