Desde su invención en la década de 1920, la televisión ha sido un medio poderoso para la comunicación y el entretenimiento, evolucionando de un electrodoméstico masivo y de alta tecnología en su época, a un dispositivo delgado, inteligente y lleno de posibilidades.
La televisión comenzó como un avance revolucionario, pero sus primeras emisiones eran limitadas y en blanco y negro. Los hogares que contaban con un aparato de televisión en los años 40 y 50 experimentaban la transmisión de señales analógicas, que dependían de la antena y estaban sujetas a interrupciones y mala calidad de imagen. Sin embargo, su atractivo fue indiscutible: miles de familias se reunían frente a la pantalla para ver noticieros y los primeros programas de entretenimiento en vivo, incluyendo concursos y shows de variedades.
El cambio a la televisión en color en los años 60 fue un paso importante para el entretenimiento, y el control remoto, que se popularizó en la década de 1980, revolucionó la experiencia del espectador. Este cambio supuso mayor comodidad y autonomía para el usuario, quien podía elegir programas de canales locales y nacionales, impulsando un aumento en la variedad de contenidos.
La llegada de la televisión por cable y satélite amplió la oferta de programación. En los 90, con una oferta de canales temáticos, la televisión dejó de ser sólo para entretenimiento y se convirtió en una herramienta educativa, informativa y cultural. Esta etapa fue el punto de partida para la personalización de la audiencia, con una gran variedad de programas que se adaptaban a distintos gustos y preferencias.
Con la llegada de la señal digital en los primeros años de los 2000, la televisión experimentó una mejora en la calidad de imagen y sonido. La tecnología HD (alta definición) trajo una experiencia visual más inmersiva y nítida, elevando los estándares de la industria y atrayendo a un público más exigente. Este cambio facilitó una transición hacia las pantallas de plasma y LCD, que dieron paso a televisores más delgados y elegantes.
El verdadero cambio disruptivo en la televisión llegó con la era de la televisión inteligente (Smart TV), que integró Internet a las pantallas, permitiendo acceder a plataformas de streaming como Netflix, YouTube y Disney+. Los televisores actuales no solo reproducen contenido; permiten navegar, instalar aplicaciones y personalizar la experiencia de usuario. Además, han surgido dispositivos como los asistentes de voz, que permiten controlar la televisión mediante comandos de voz.
Actualmente, la televisión se dirige hacia la integración de la realidad aumentada (AR) y la realidad virtual (VR), tecnologías que permitirán experiencias de visualización completamente inmersivas. Además, los algoritmos de inteligencia artificial siguen transformando la manera en que los espectadores interactúan con el contenido, sugiriendo programas basados en sus preferencias y ampliando el concepto de “televisión a la carta”.
La televisión ha recorrido un largo camino y su evolución aún continúa. De ser una «caja tonta», ha pasado a ser un centro de control inteligente en los hogares de millones de personas, adaptándose a la era digital e integrándose en la vida cotidiana de manera interactiva y personalizada. Hoy, la televisión no solo conecta a las personas con el mundo, sino que también forma parte activa del entorno digital en el que vivimos.