Las piñatas no solo adornan las posadas y celebraciones decembrinas, también representan una tradición profundamente arraigada en la cultura mexicana, un símbolo de unión familiar, alegría y esperanza. Detrás de cada figura colorida hay historias de esfuerzo y constancia, como la de Dionisio Rodríguez, artesano y fundador de “Mundo Piñata”, quien ha hecho de este oficio una forma de vida.
Dionisio recuerda que sus inicios fueron modestos. Antes de tener su propio negocio, ayudaba a otra persona a elaborar piñatas, aprendiendo poco a poco el proceso y los secretos del oficio. Con el tiempo, decidió independizarse y comenzar a vender sus propias creaciones. “Al principio hacía únicamente piñatas de estrella”, relata, “pero conforme la gente fue conociendo mi trabajo, empezaron a pedirme personajes”.
El crecimiento no fue sencillo. Los primeros retos llegaron cuando los clientes comenzaron a solicitar figuras más elaboradas, especialmente animales como caballos o burritos, que requerían mayor técnica y paciencia. “Era complicado, pero con el tiempo te vas dando cuenta de cómo hacerlos”, explica Dionisio, quien hoy domina una gran variedad de diseños.
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Actualmente, las piñatas más solicitadas son las de princesas y superhéroes, especialmente para fiestas infantiles, aunque se elaboran en todos los colores imaginables. No obstante, reconoce que las piñatas tradicionales y las relacionadas con la Navidad son las que más se venden, ya que evocan nostalgia y mantienen vivas las costumbres mexicanas.
Cada pieza pasa por un proceso completamente artesanal. Todo comienza con la preparación del engrudo, una mezcla de agua y harina que se pone a hervir y se bate cuidadosamente durante unos 15 minutos hasta alcanzar la consistencia adecuada. Después se arma la base con globos, se deja secar, se colocan los conos, se vuelve a secar y finalmente se forra con papel de colores. El tiempo de secado depende del clima, si hay sol, puede estar lista en dos horas; si está nublado, el proceso puede extenderse hasta dos días.
Durante la temporada alta, Dionisio llega a producir hasta 150 piñatas por semana, un ritmo de trabajo intenso que se incrementa principalmente en diciembre, aunque también tiene repuntes importantes en fechas como el Día del Niño. Cada piñata representa horas de dedicación y el deseo de llevar alegría a las familias.
Agradecido con la preferencia del público, Dionisio comparte un mensaje lleno de calidez: “Le doy gracias a la gente que compra las piñatas. Espero que se la pasen muy bien en compañía de sus familias, que disfruten sus fiestas y mantengan vivas nuestras tradiciones”. Finalmente, extiende una invitación abierta a quienes deseen conocer su trabajo: “Los esperamos en Calderón 205, entre Juárez y Leandro Valle”, donde Mundo Piñata continúa llenando de color y sonrisas las celebraciones de chicos y grandes.






