Con la llegada de Halloween, las películas de terror, casas embrujadas y sustos entre amigos son actividades típicas de la temporada. Aunque divertidas para muchos, estas experiencias pueden activar el sistema de «lucha o huida», desencadenando una serie de respuestas fisiológicas que podrían tener consecuencias a largo plazo.
“El miedo es una herramienta fantástica para sobrevivir”, comenta Kenneth Carter, psicólogo clínico de la Universidad de Emory. Esta respuesta, heredada de nuestros ancestros, se activa rápidamente y prepara al cuerpo para enfrentar amenazas, lo que incluye aumentar la concentración, mejorar los reflejos y fortalecer los músculos. Sin embargo, Carter advierte que “si se activa con demasiada frecuencia, puede desgastar nuestro cuerpo”.
Janice Kiecolt-Glaser, de la Universidad Estatal de Ohio, explica que el miedo activa la amígdala en el cerebro, desencadenando la liberación de hormonas como la adrenalina y el cortisol, que aceleran el ritmo cardíaco y preparan al cuerpo para reaccionar. Aunque este mecanismo es útil para enfrentar peligros reales, estar expuesto a constantes sobresaltos, como en películas o casas del terror, puede generar un estrés innecesario.
Emily Hemendinger, especialista en estrés, afirma que aunque algunas personas disfrutan de la adrenalina liberada en situaciones de miedo, esta sobreestimulación puede ser peligrosa, especialmente para quienes padecen condiciones como arritmias cardíacas o trastornos de ansiedad.
La lección clave: aunque Halloween es una época para divertirse, es importante ser conscientes de cómo el miedo afecta al cuerpo y cuándo es mejor evitar los sustos. Para algunas personas, el riesgo no vale la pena.