Durante mucho tiempo, la medicina occidental ha mantenido una división clara entre la mente y el cuerpo. Sin embargo, estudios recientes en campos como la psiconeuroinmunología han comenzado a desdibujar estas líneas. Estos estudios demuestran cómo los estados emocionales pueden influir en el sistema inmunológico, la salud cardiovascular y otros sistemas corporales.
Por ejemplo, un estudio de la Universidad de Utah encontró que las parejas que interactúan de manera hostil durante los conflictos matrimoniales muestran signos de deterioro inmunológico.
Las emociones intensas como el estrés, la ansiedad y la depresión no solo afectan nuestra salud mental, sino también pueden tener efectos físicos. El estrés crónico, por ejemplo, ha sido vinculado a problemas como la hipertensión, enfermedades cardíacas y un sistema inmunológico debilitado.
Estos efectos se deben a la liberación de hormonas como el cortisol y la adrenalina, que, si bien son útiles en situaciones de corto plazo, pueden ser dañinas cuando están presentes en el cuerpo durante períodos prolongados.
