Los corridos son una parte fundamental del patrimonio cultural de México, un género musical que ha servido como cronista de los acontecimientos más importantes del país desde el siglo XIX. Inicialmente, estos relatos musicales narraban historias de héroes revolucionarios, como Emiliano Zapata o Pancho Villa, y se enfocaban en transmitir las hazañas de personajes que luchaban por justicia y libertad en un contexto de agitación política y social.
Con el paso de los años, el contenido de los corridos fue adaptándose a las realidades del país. Durante el siglo XX, el género experimentó una transformación significativa, incorporando historias de la vida rural, del campo y de los trabajadores, pero también comenzaron a relatarse episodios vinculados al narcotráfico y la vida de figuras del crimen organizado. Así nacieron los llamados «narcocorridos», una variante polémica del género que, aunque es criticada por glorificar la violencia, tiene una gran popularidad.
En la actualidad, los corridos han evolucionado aún más con la aparición de los «corridos tumbados», una nueva versión del género impulsada por artistas jóvenes como Natanael Cano, quien mezcla elementos del corrido tradicional con influencias del trap y otros géneros urbanos. Esta fusión ha generado un impacto considerable en la música contemporánea y en las nuevas generaciones, adaptando el formato a las realidades y gustos actuales.
A pesar de su constante transformación, los corridos siguen siendo una voz importante dentro de la cultura mexicana, representando las historias y realidades de distintos sectores de la sociedad. Desde sus inicios como relatos de la Revolución hasta su forma más moderna y urbana, este género ha demostrado su capacidad de adaptarse y perdurar como una crónica viva de la historia del país.
