En diversos pasajes de la Biblia se hace referencia a gigantes que, según los textos sagrados, habitaron la Tierra en tiempos remotos. Estas figuras han sido motivo de debate y múltiples interpretaciones a lo largo de la historia.
Uno de los grupos más mencionados son los Nefilim, descritos en el libro de Génesis como seres poderosos y violentos que existieron antes del Diluvio. Génesis 6:4 señala que los Nefilim eran “gigantes en la tierra en aquellos días, y también después”, fruto de la unión entre los llamados “hijos de Dios”, que algunas interpretaciones identifican como ángeles caídos, y mujeres humanas.
Otro pueblo de gigantes mencionado son los Anacitas, una tribu que habitaba la tierra de Canaán en tiempos del Éxodo. Según el libro de Números, eran tan altos y robustos que los espías israelitas enviados por Moisés se sintieron como “langostas” frente a ellos.
Además de estos grupos, la Biblia relata la historia de Goliat, el famoso guerrero filisteo que fue derrotado por David. Goliat es descrito como un hombre de casi tres metros de altura, destacando por su fuerza y armadura imponente. Otro gigante es Og, rey de Basán, cuya cama, de hierro, medía aproximadamente cuatro metros de largo por casi dos de ancho, lo que enfatiza su estatura extraordinaria.
Las interpretaciones sobre estos relatos varían ampliamente. Algunos estudiosos creen que los Nefilim fueron seres de naturaleza sobrenatural, resultado de la unión entre ángeles caídos y humanos. Otros sostienen que estos personajes eran simplemente hombres de gran tamaño y fuerza, sin implicaciones místicas. En cuanto a los gigantes posteriores al Diluvio, como los Anacitas, algunos teólogos explican su existencia como resultado de rasgos genéticos o de la influencia de tradiciones de pueblos vecinos