París, conocida por sus monumentos emblemáticos y su belleza arquitectónica, guarda en su subsuelo un mundo secreto que ha capturado la imaginación de exploradores urbanos y visitantes por igual. Desde la Edad Media, las canteras de piedra caliza utilizadas para construir la ciudad han sido abandonadas y transformadas en un vasto laberinto conocido como las catacumbas. Estos túneles, que se extienden a lo largo de casi 320 kilómetros, han sido escenario de historias que van desde fiestas clandestinas hasta exploraciones artísticas ilícitas.
El nombre «catáfilo» se deriva de las catacumbas, que incluyen uno de los osarios más grandes del mundo y albergan los restos de aproximadamente seis millones de parisinos. Legalmente accesibles para los visitantes, las catacumbas se han convertido en una atracción turística popular, aunque solo una pequeña fracción está abierta al público.
El origen de las Catacumbas de París se remonta a un incidente dramático en 1774, cuando un colapso subterráneo en la calle de la Lingerie desencadenó la necesidad de consolidar y cartografiar los túneles. Desde entonces, han servido como una solución para el desbordamiento de los cementerios de la ciudad, cuyos cuerpos fueron trasladados a este laberinto subterráneo para su descanso final. Abiertas oficialmente en 1809, las catacumbas han atraído a visitantes famosos como Napoleón III y han sido escenario de eventos culturales únicos, como conciertos y exposiciones.
Además de las catacumbas, el sistema de metro Métropolitain de París es otro tesoro subterráneo. Desde su inauguración en 1900, el metro no solo ha facilitado el transporte rápido por la ciudad, sino que también es un museo de arte urbano, con estaciones decoradas con mosaicos y diseños únicos que reflejan la historia y cultura de París.
Finalmente, las alcantarillas de París, diseñadas por el ingeniero Eugène Belgrand durante la modernización del siglo XIX, son un testimonio de ingeniería y urbanismo. Originalmente concebidas para mejorar la higiene pública tras una epidemia de cólera, las alcantarillas ahora forman parte del patrimonio industrial y turístico de la ciudad, accesibles para visitas guiadas que exploran su historia y funcionamiento.
Estos tres sistemas subterráneos no solo son testimonios de la ingeniería y la planificación urbana de París, sino también portadores de historias fascinantes que continúan atrayendo a aquellos que buscan descubrir los secretos ocultos bajo la Ciudad de la Luz.