Uno de los placeres matutinos más extendidos es el consumo de café, conocido por su capacidad para despertarnos y activarnos. Sin embargo, según la nutrióloga Knubian Gatlin del Hospital Houston Methodist, el momento en que bebemos nuestra primera taza puede influir significativamente en cómo aprovechamos los efectos de la cafeína.
Gatlin sugiere resistir la tentación de alcanzar el café inmediatamente después de despertarse. Recomienda esperar entre una y dos horas antes de tomar la primera taza. Esta pausa permite que el cuerpo utilice sus propios recursos para obtener energía, sin depender exclusivamente de la cafeína.
Iniciar el día con un vaso grande de agua y un desayuno equilibrado también es parte de la recomendación de Gatlin. Esto ayuda a rehidratar el cuerpo y establecer un buen uso de energía para el resto del día, además de prevenir las molestias de acidez estomacal que a veces acompañan al café con el estómago vacío.
La cafeína, al aumentar el ácido estomacal y la producción de bilis, puede exacerbar los síntomas del reflujo ácido, advierte la nutrióloga. Además, al no consumir café justo después de despertar, se evitan los efectos de supresión del apetito y deshidratación que pueden afectar los niveles de energía a lo largo del día.
La cafeína también afecta los niveles de cortisol, una hormona clave en la liberación de glucosa, la principal fuente de energía del cuerpo. Beber café justo después de despertarse puede interferir con el ciclo natural de cortisol, lo que podría llevar a producir menos cortisol del necesario con el tiempo.
A pesar de estos consejos, Gatlin destaca los numerosos beneficios para la salud asociados con el consumo de café. Desde aumentar los niveles de energía y el estado de alerta hasta mejorar la función cognitiva y el rendimiento físico, el café ofrece una serie de ventajas. Además, la paraxantina, un subproducto de la cafeína, contribuye al metabolismo de las grasas.