Los gatos son naturalmente curiosos y traviesos, les encanta poner en práctica sus habilidades de trepar y cazar. Son sigilosos e inteligentes por eso y por muchas cosas más han sido capaces de sobrevivir en la calle.
No olvidemos que son animales domésticos y aunque hay gatos que conforman colonias felinas, no están preparados para afrontar los muchos peligros de andar en la calle.
Un gato callejero tiene la esperanza de vida de 4 a 8 años, sin embargo los gatos que viven dentro de una casa su vida promedio es de 12 a 18 años, suponiendo que los gatos callejeros viven hasta 3 años menos podemos deducir que permitiendo las salidas al exterior de nuestro felino, estamos exponiéndolo a una serie de riesgos que pueden acortar su vida.
Vagabundeando pueden contraer desde parásitos hasta enfermedades muy presentes en las colonias de gatos como la inmunodeficiencia felina o la leucemia. Pueden meterse en peleas con otros gatos de las que saldrá herido y existe el riesgo, si no está esterilizado, de posibles preñeces. De hecho dejar vagabundear a un gato sin esterilizar es una doble irresponsabilidad. Y, de hecho, los que más interesan tienen en salir de casa son los que no lo están, otro motivo para afrontar esta intervención en nuestros gatos domésticos.
Además pueden ser envenenados, que hay mucho desaprensivo por ahí dejando veneno. O quedar atrapados en un cepo, otra práctica prohibida igual que el veneno que debe denunciarse.
Está la opción de que se extravíen, de ser atropellados o quedar atrapados en algún sitio del que no puedan salir. También de acabar siendo el objetivo de algún gamberro, que también hay demasiados dispuestos a divertirse sádicamente con los gatos que aparentemente andan sin dueño.
Los gatos que sufren en abandono son un buen ejemplo de las desgracias que le pueden suceder a un gato en la calle, que se mire como se mire es un entorno hostil para ellos. Los gatos de la calle no llegan a viejos.