Vida y Entretenimiento

¿Es normal pensar mucho en sexo o soy una pervertida?

Pensar en el sexo es normal, tanto si lo haces a menudo como solo de vez en cuando. A medida que las personas van madurando física y emocionalmente, se van volviendo cada vez más curiosas sobre su sexualidad y sobre sus propios cuerpos. 

Conforme tu cuerpo vaya atravesando muchos cambios y tus hormonas vayan fluctuando, lo más probable es que empieces a encontrar atractivas a algunas personas. Es normal sentir atracción sexual e, incluso, encontrarte soñando despierta, a menudo sobre nadie en particular. 

A veces, pensar en el sexo es inevitable, como en los sueños. Y a veces, puedes empezar a pensar en el sexo cuando estés rodeada de otra gente, como en tu centro de estudios. Es natural y completamente normal sentir curiosidad y tener pensamientos sobre el sexo. 

 Hoy en día es el modelo más utilizado y en el que se basan la mayoría de tratamientos. En el modelo trifásico de Kaplan, la respuesta sexual está divida en deseo, excitación y orgasmo.

En la fase del deseo, se define a este como un impulso que lleva a la persona a buscar una experiencia sexual o mostrarse receptiva a tenerla. Se incluyen en esta fase los pensamientos sobre sexo, las fantasías, etc. Cuando se producen alteraciones en esta etapa, pueden aparecer trastornos como el  deseo sexual hipoactivo, el trastorno por aversión al sexo o el deseo sexual hiperactivo o hipersexualidad.

Pero no todas las alteraciones tienen porqué derivar en trastornos. Existen unos criterios generales a valorar en las alteraciones del deseo sexual:

La frecuencia, es decir, si hay más o menos aparición del deseo, de fantasías sexuales, de receptividad a estímulos eróticos, etc.

La intensidad del deseo, si hay un defecto o un exceso de ella, si hay una presencia de intensidad durante el ciclo de respuesta sexual, etc.

La orientación. ¡Que nadie se alarme! No se refiere a la orientación sexual (entendida como hetero, homo, bi, etc.), sino a como se expresa la orientación de ese deseo, es decir, si hay exclusividad (el deseo solo aparece en ciertas circunstancias o con cierta persona u objeto), compulsión, etc. Este parámetro está más relacionado con las parafílias.

Hay que tener en cuenta que para la frecuencia y la intensidad no existen valores absolutos sobre los que determinar si es “mucho” o “poco”, sino que la valoración de las alteraciones depende de la frecuencia e intensidad base de la persona. Por ejemplo, hay personas que de por si tienen una frecuencia de deseo sexual alta y no por ello significa que padezcan hipersexualidad.

Además, es necesario contemplar el papel de la sociedad en la que vivimos. Nos encontramos en una sociedad hipersexualizada, dónde el sexo cobra una importancia desmesurada a la hora de definir estatus entre las personas jóvenes, dónde se utiliza para vender cualquier cosa aunque no tenga nada que ver (¡hasta colonias y productos de limpieza!), dónde es un ingrediente imprescindible en cualquier película o serie de televisión… Ante este panorama, no es de extrañar que pensemos en sexo y que incluso llegue a ser una causa de preocupación.

Conductas implicadas en la adicción al sexo

Masturbación compulsiva (75%). En el siguiente artículo encontrarás más información para diferenciar la masturbación excesiva.  

Uso de pornografía -revistas, internet, películas…- (47,5%)

Promiscuidad -múltiples amantes, pago de prostitutas…- (44,1%)

Uso de teléfonos eróticos

Uso de chats eróticos

Fantasías sexuales constantes

Cybersexo

Conducta hipersexual y obsesiva con una persona

Así que si pensabas que te estabas que te estabas convirtiendo en una ninfómana o una pervertida, déjame decirte que según los especialistas no! A menos que estés en los índices del párrafo anterior.