Si ha perdido uno o más de tus dientes, sin duda habrá notado que vivir sin ellos conlleva consecuencias fatales.
Es posible que su sonrisa ya no luzca como antes, y que le resulte difícil comer y hablar, afectando su autoestima.
Pero estos no son los únicos impactos, existen consecuencias ocultas que afectan no solo su apariencia sino también su salud.
La pérdida de dientes acelera el desgaste mandibular. El hueso requiere estimulación para conservar su forma y densidad.
Para la mandíbula, los dientes proporcionan esa estimulación a través de cientos de contactos breves diariamente entre sí.
Las pequeñas tensiones producidas por estos contactos se transmiten al hueso, provocando que se regenere constantemente. Cuando se pierde un diente, la estimulación desaparece, reduciendo el ancho del hueso en un 25% en el primer año.
Cuando se pierden suficientes dientes, se acelera la pérdida ósea, afectando la salud oral y facial del paciente.
Esta pérdida puede disminuir la distancia entre la nariz y el mentón, causando un colapso parcial del rostro.
Por eso es crucial mantener la salud dental óptima, para proteger los dientes y preservar la salud mandibular.
