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¿Por qué el hambre te pone de mal humor? 

Sentir irritabilidad, enojo o mal humor cuando el estómago ruge es una experiencia común. Este fenómeno, apodado “enojo por hambre” o “hambruna”, no es simplemente una cuestión de falta de paciencia; es una respuesta biológica con profundas raíces en la química de nuestro cuerpo y cerebro. 

El culpable principal de este cambio de humor es la glucosa, la principal fuente de energía para el cerebro. Cuando los niveles de azúcar en la sangre bajan significativamente por no haber comido en mucho tiempo, el cerebro se queda sin el combustible necesario para funcionar óptimamente. La falta de energía compromete áreas clave que controlan el autocontrol y la regulación emocional, lo que nos hace más propensos a reaccionar de forma negativa. 

Para contrarrestar la caída de glucosa, el cuerpo activa una respuesta de emergencia. Libera hormonas del estrés como el cortisol y la adrenalina. Estas hormonas, conocidas por su papel en la respuesta de “lucha o huida”, buscan elevar los niveles de azúcar en la sangre para energizar el cuerpo. Sin embargo, su presencia también aumenta la sensación de estrés y puede provocar un estado de ánimo irritable y agresivo, similar a lo que se experimenta en situaciones de tensión. 

Además de las hormonas del estrés, el cuerpo produce el neuropéptido Y (NPY). Esta sustancia química se libera cuando los niveles de energía están bajos. Aunque su función principal es estimular el apetito, el NPY también actúa en las regiones del cerebro que influyen en la ira y la agresividad, contribuyendo directamente a la sensación de enojo. 

En resumen, el “enojo por hambre” no es un capricho. Es una cadena de eventos químicos y biológicos que se desencadenan por la falta de alimento. Mantener una alimentación regular es crucial para evitar estas reacciones y asegurar que el cerebro y el cuerpo tengan el combustible que necesitan para funcionar de manera estable.