Casi todos nos hemos enamorado de personas equivocadas. No obstante, cuando acumulamos un exceso de relaciones dolorosas, abusivas o decepcionantes, tal vez el problema esté en nosotros mismos y no en los demás.
¿Por qué nos enamoramos de personas equivocadas?
¿Por qué nos enamoramos de personas equivocadas? Son muchos los que se hacen esta pregunta de manera constante tras cada fracaso y decepción afectiva. Así, y aunque es cierto que en esto del amor vamos a menudo a tientas y los equívocos y fracasos son frecuentes, hay quien tiene la clara sensación de que siempre acaban abriendo las puertas del corazón a la persona menos idónea.
“Es que siempre atraigo a los narcisistas”; “es que siempre me traicionan”; “de momento, mis relaciones no han durado más de unos meses. Estoy cansado ya de tantas decepciones”. Tras todas estas verbalizaciones y lamentos se esconde a menudo una realidad evidente: abundan los que echan la culpa a los demás de sus fracasos afectivos sin poner la mirada en sí mismos.
Tal vez, la raíz del problema resida en la propia persona y en el amor que llegamos a tolerar. Muchas veces, cuando se inicia un vínculo de pareja se olvida lo más importante: quiénes somos, qué queremos… En esencia, la propia identidad.
A veces, cuando nos enamoramos nos focalizamos en el otro de manera tan obsesiva que acabamos diluyendo nuestros valores, nuestra identidad y nuestra autoestima hasta tolerar lo intolerable.
Para mucha gente hay un patrón que se repite, casi como la figura de un uróboro trayendo una singular maldición. Ese en el que uno se enamora de alguien, sale lastimado, la relación se rompe y, tiempo después, la experiencia vuelve a repetirse con otra persona. Distintos rostros y mismas historias, otros nombres y mismos desenlaces.
Es cierto que no se puede controlar a quien amar y a quien no. Simplemente llega, a veces de manera cegadora, tejiendo ese universo de atracciones, pasiones y afectos que nadie puede prever ni aún menos detener. Señala la antropóloga Helen Fisher que el ser humano nace para amar y ser amado, y aunque a veces no acertemos, esta será una pulsión que nos mueva durante buena parte de nuestra vida.
Fuente: Psicológa Valeria Sabater