Este 16 de julio, cientos de potosinos se reunieron desde muy temprano para rendir homenaje a la Virgen del Carmen, una de las advocaciones marianas más queridas en México. Con cantos de mariachi, ofrendas florales, rezos y muestras de fe, los devotos abarrotaron el histórico templo ubicado en el corazón del Centro Histórico de San Luis Potosí para agradecer favores recibidos y pedir su protección.
Según la tradición católica, el 16 de julio de 1251 la Virgen del Carmen se apareció a San Simón Stock, superior general de la Orden de los Carmelitas, a quien entregó el hábito carmelita y el escapulario, símbolo de protección y devoción. Los relatos de la época cuentan que en esa revelación la Virgen prometió liberar del purgatorio a las almas de quienes portaran el escapulario durante su vida, llevándolos al cielo el sábado siguiente a su muerte. Desde 1587, esta promesa ha sido reafirmada por diversos Papas, fortaleciendo la devoción de millones de fieles alrededor del mundo.
En San Luis Potosí, la fiesta de la Virgen del Carmen es una de las celebraciones religiosas más tradicionales y convoca cada año a familias enteras que llegan de distintos barrios y municipios para participar en misas especiales, procesiones y serenatas. Durante la jornada de este miércoles, los fieles abarrotaron la parroquia y sus alrededores, creando un ambiente festivo lleno de música, puestos de flores, veladoras y recuerdos religiosos.
Además de las actividades religiosas, algunos comerciantes aprovecharon la afluencia de personas para ofrecer alimentos típicos, imágenes, escapularios y artículos religiosos. Para muchos, portar el escapulario sigue siendo un símbolo de fe y esperanza que trasciende generaciones. Las autoridades eclesiásticas recordaron a los fieles la importancia de mantener viva la tradición y de comprender el verdadero significado del escapulario como signo de compromiso espiritual. La festividad concluyó con una emotiva misa y la bendición de los escapularios, que para los devotos representan la promesa de la Virgen de acompañarlos siempre, incluso después de la muerte.
