El chemsex, una práctica que combina el consumo de sustancias psicoactivas con la intención de intensificar o prolongar las experiencias sexuales, está generando preocupación debido a los graves riesgos que conlleva para la salud física y mental. Según un artículo publicado en The Conversation, esta práctica también presenta riesgos sociales y legales significativos.
Las sustancias más comunes utilizadas en el chemsex incluyen metanfetaminas, mefedrona, ketamina y ácido gamma-hidroxibutírico (GHB, también conocido como “chorro”). Estas drogas buscan potenciar el éxtasis durante las relaciones sexuales y extender su duración. En algunos casos, estas sustancias se administran mediante inyecciones, una práctica conocida como “slam”, que incrementa los riesgos asociados.
Riesgos físicos y psicológicos del Chemsex
Salud Física: El chemsex está relacionado con un aumento en los comportamientos sexuales de riesgo, elevando las tasas de transmisión del VIH y otras infecciones de transmisión sexual (ITS). Las sesiones de chemsex suelen involucrar múltiples parejas y durar períodos prolongados, exacerbando estos riesgos.
Salud Mental: La estigmatización, el estrés y los sentimientos de culpa o soledad son comunes entre quienes practican chemsex. Además, muchas personas recurren a esta práctica debido a experiencias previas de rechazo o discriminación.
Dependencia: El consumo de estas sustancias puede llevar a intoxicaciones agudas, dependencia crónica y un deterioro general de la salud. En casos extremos, los consumidores pueden experimentar ideaciones suicidas, psicosis, comportamientos agresivos o sobredosis, especialmente con sustancias como el GHB.
Dificultades en el acceso a servicios de salud
Quienes practican chemsex a menudo enfrentan barreras significativas para acceder a los servicios de salud necesarios:
Estigma y Discriminación: El juicio hacia el consumo de drogas, la orientación sexual o las prácticas sexuales crea barreras que dificultan el acceso a los servicios de salud.
Barreras Legales y Sociales: El uso de sustancias ilegales genera un estigma adicional, complicando el acceso a apoyo médico y psicológico.
Desconocimiento: Tanto los consumidores como los profesionales de la salud carecen de información adecuada sobre los riesgos y necesidades específicas de las personas involucradas en chemsex.
Falta de Servicios Integrales: La ausencia de estructuras multidisciplinarias y la limitada financiación dificultan un abordaje efectivo de esta problemática.
Estrategias para abordar el Chemsex
Abordar el chemsex requiere una combinación de estrategias de salud pública, educación y apoyo comunitario. Es crucial desarrollar programas conjuntos que atiendan las necesidades específicas de los practicantes de chemsex, garantizando un cuidado seguro, ético y competente.
Las estrategias deben enfocarse en la autoeficacia del individuo, combinando recursos online, terapias grupales y atención multidisciplinaria para informar sobre seguridad sexual, uso de drogas y los riesgos asociados al chemsex. Además, es necesario crear iniciativas que involucren a personas con experiencia directa para compartir información y brindar soporte emocional.
Políticas de salud y Chemsex
Las políticas de salud deben abordar el consumo de sustancias como un problema sanitario, no criminal. Reducir el estigma y fomentar la empatía son pasos fundamentales para mejorar el acceso a la atención. También es esencial impulsar investigaciones que permitan comprender mejor esta práctica y diseñar intervenciones efectivas.
La Agenda 2030 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) incluye objetivos como la prevención y tratamiento de las adicciones y la erradicación de las ITS, especialmente en grupos vulnerables como los hombres que tienen sexo con hombres, los migrantes y el colectivo LGBTQ+. Abordar el chemsex de manera integral es esencial para cumplir con estos objetivos y proteger la salud de las comunidades afectadas.