Cuatro años después de que Finney lograra escapar del temible “Grabber”, el joven intenta reconstruir su vida, pero el pasado parece no querer soltarlo. Su hermana Gwen vuelve a recibir inquietantes llamadas del teléfono negro y tiene visiones de tres chicos perseguidos en un campamento invernal. Para detener el ciclo, los hermanos viajan a Alpine Lake, solo para descubrir que el mal no solo ha regresado, sino que se ha vuelto aún más poderoso.
La secuela, dirigida nuevamente por Scott Derrickson, apuesta por profundizar en el trauma y la herencia emocional de sus personajes. La película logra crear una atmósfera cargada de tensión y un enfoque psicológico que mantiene al espectador alerta, algo que es más difícil de lograr en un género saturado de clichés y sustos predecibles.
“Teléfono Negro 2” también sigue la línea de otras películas recientes de terror, respeta el estilo de la primera entrega pero intenta ampliar su universo. Se percibe un esfuerzo por ofrecer experiencias nuevas, con una narrativa más compleja y una visión más profunda del horror que se cierne sobre los hermanos. Esto puede resultar atractivo para los fanáticos del género que buscan algo más que un simple slasher.
Sin embargo, la secuela no logra replicar completamente la magia de la original. A pesar de los intentos de profundizar en el villano y de explorar más a fondo sus motivaciones, la película no sorprende tanto como su predecesora. El terror ya no se siente tan fresco y la narrativa en algunos puntos se vuelve predecible, aunque esto no disminuye la intensidad de ciertos momentos clave.
Uno de los puntos más destacados son las actuaciones, especialmente la de Ethan Hawke, quien nuevamente se roba la película con su interpretación del “Grabber”. Su presencia como villano es sólida y aterradora, manteniendo el suspenso y el horror psicológico que caracteriza al personaje. Las escenas de tensión funcionan gracias a su dominio actoral, que complementa la dirección de Derrickson y la atmósfera cuidadosamente construida.
La segunda entrega de “El Teléfono Negro” ofrece una experiencia sólida para quienes disfrutan del terror psicológico y de historias con carga emocional. Aunque no alcanza la frescura de la original, su exploración del trauma, las buenas actuaciones y la ampliación del universo hacen que valga la pena para los fanáticos del género. Una secuela que, pese a sus sombras, mantiene viva la inquietud que comenzó hace años.






