El 21 de abril de 2025, el mundo se vio sacudido por la noticia del fallecimiento de Jorge Mario Bergoglio, el papa Francisco, a los 89 años. Su muerte no solo marca el cierre de un pontificado significativo, sino también el fin de una etapa de reformas, acercamiento social y diálogo que caracterizaron su tiempo al frente de la Iglesia Católica. Francisco, el primer papa latinoamericano, será recordado por su énfasis en la humildad, la justicia social y la necesidad de una Iglesia más cercana a los marginados.
Ahora, todas las miradas se centran en el próximo 7 de mayo, cuando arrancará el Cónclave. Serán 133 cardenales quienes se encerrarán en la Capilla Sixtina bajo estrictas normas de confidencialidad para elegir al nuevo líder de la Iglesia Católica. Este proceso solemne y misterioso ha capturado la atención mundial, y sigue despertando tanto respeto como curiosidad. En estas columnas ya hemos abordado “Cónclave”, la película de Edward Berger que retrata de manera intrigante el complejo y ritualizado proceso de elección papal. Los invitamos a consultar ese análisis completo en nuestra página web El Tiempo del Altiplano.
Hoy, sin embargo, queremos detenernos en otra obra cinematográfica que resulta particularmente relevante en este momento de transición: “Los dos papas” (2019), dirigida por Fernando Meirelles. Esta película ofrece una mirada íntima y reflexiva sobre uno de los episodios más singulares y recientes en la historia de la Iglesia: el inesperado diálogo y la relación entre el Papa Benedicto XVI y el entonces cardenal Jorge Bergoglio, quienes representan dos visiones muy distintas dentro del catolicismo contemporáneo.
Anthony Hopkins, en el papel del Papa Benedicto XVI, y Jonathan Pryce, interpretando a Jorge Bergoglio, nos brindan actuaciones magistrales que van mucho más allá de la mera imitación. Cada gesto, mirada y matiz en sus diálogos nos permite observar la humanidad y las tensiones internas de ambos personajes. La química entre estos dos grandes actores potencia la intensidad dramática, haciendo de cada encuentro un momento cargado de significado y emoción.
El guion, escrito por Anthony McCarten, se destaca por su profundidad y equilibrio. Lejos de caer en una mera confrontación ideológica, la película se adentra en temas universales: el poder, la fe, el arrepentimiento y la posibilidad de cambio. Además, introduce toques de humor y humanidad que alivian la densidad de los temas tratados, logrando mantener el interés del espectador de principio a fin.
Desde el punto de vista visual, “Los dos papas” es una obra notable. Las recreaciones del Vaticano, incluyendo la Capilla Sixtina y otras locaciones emblemáticas, están realizadas con una precisión casi documental, mientras que las escenas filmadas en Argentina añaden una capa de autenticidad y riqueza cultural.
“Los dos papas” es mucho más que una narración sobre un momento específico en la historia reciente de la Iglesia Católica; es una invitación a reflexionar sobre el liderazgo en tiempos de crisis, la capacidad humana de perdonar y transformarse, y la tensión constante entre tradición y cambio. Aunque ha generado cierto debate por su interpretación artística de hechos reales, no cabe duda de que ofrece una experiencia cinematográfica enriquecedora y provocadora.
En estos tiempos en que la Iglesia Católica se enfrenta nuevamente a la necesidad de elegir a su guía espiritual, “Los dos papas” se presenta como una pieza fundamental para quienes buscan comprender, más allá de los titulares, las complejidades humanas y espirituales que atraviesan este tipo de decisiones. Una película que vale la pena revisitar o descubrir en este momento clave.