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[VIDEO] Tiempo de Cine: The Roses

Por Hares Barragán

La vida parece fácil para Ivy y Theo. Ella, brillante, segura de sí misma, con una carrera que va en ascenso y un futuro lleno de reconocimientos. Él, acostumbrado a ser el centro de atención, pero que ahora ve cómo su trayectoria se desmorona. Juntos aparentan ser la pareja perfecta, matrimonio sólido, hijos ejemplares y estabilidad económica. Sin embargo, como suele ocurrir con las fachadas, debajo hay grietas que pronto se convierten en fracturas. Ese es el punto de partida de “Los Roses”, una reimaginación del clásico de 1989 que intentó mostrar la guerra conyugal con un lente contemporáneo, más cercano a las tensiones actuales de las relaciones modernas.

El filme, protagonizado por Olivia Colman y Benedict Cumberbatch, se apoya en las interpretaciones de dos actores que saben moverse con soltura en los terrenos del drama y de la comedia con matices. Colman logra darle humanidad a Ivy, evitando que el personaje se convierta en una caricatura de mujer ambiciosa, mientras que Cumberbatch encarna con sutileza a un hombre que se desmorona por dentro, aunque no lo reconozca. Los dos, juntos, sostienen con fuerza la tensión de una pareja que se va apagando entre competencia, frustración y resentimiento acumulado.

Sin embargo, y a pesar de estas actuaciones sólidas, existe un problema evidente, los personajes son demasiado amables. Se busca que el espectador empatice con ellos de forma casi automática, y ese enfoque termina por suavizar lo que en esencia debería ser una comedia negra descarnada. La versión de 1989, dirigida por Danny DeVito, no tenía miedo de mostrar a dos protagonistas crueles, egoístas y autodestructivos. Allí estaba el encanto, ver cómo el matrimonio, en su faceta más oscura, podía transformarse en un campo de batalla sin reglas. La nueva película, en cambio, opta por una representación más accesible y hasta condescendiente, lo que resta filo y, sobre todo, impacto.

La película quiere combinar el ingenio del humor británico con los excesos de la comedia americana, logrando momentos de diálogos punzantes, referencias contemporáneas a la vida digital y sátiras sobre la dependencia tecnológica en las relaciones. Pero justo ahí tropieza, en lugar de profundizar en el caos que surge del choque de egos, la historia se inclina hacia un drama familiar con tintes morales. Como resultado, se diluye el elemento más salvaje que distinguía a la original y que le daba una fuerza corrosiva a su propuesta.

Lo cierto es que “Los Roses” funciona como entretenimiento, pero no como la joya que prometía. ser Es ingeniosa, tiene momentos brillantes gracias al talento de Colman y Cumberbatch, y arranca como una propuesta fresca de comedia oscura. Pero pronto pierde el pulso, se acomoda en un drama convencional y deja la sensación de que se jugó sobre seguro. En una época en la que el cine contemporáneo pide a gritos riesgo y valentía narrativa, esta versión se siente tibia.

“Los Roses” es una película correcta, cuidada y con talento en cada plano. Pero en el terreno del cine, la corrección pocas veces se traduce en grandeza. Lo que pudo ser una comedia negra incendiaria se queda en un drama elegante y digerible. Entre el riesgo y la complacencia, eligió lo segundo. Y en una historia donde la clave era mostrar la guerra total, esa decisión equivale a rendirse antes de empezar la batalla.