Las mascotas forman parte de la vida diaria de millones de personas en el mundo. No es extraño que muchos dueños les hablen como si entendieran cada palabra, reflejando un vínculo afectivo que trasciende la simple compañía. Pero ¿qué implica realmente tratar a los animales como humanos?
La respuesta se encuentra en el antropomorfismo, práctica que atribuye cualidades humanas a los animales. De acuerdo con el estudio Anthropomorphism and Its Adverse Effects on the Distress and Welfare of Companion Animals, publicado en 2021 en la revista Animals por Daniel Mota-Rojas, Chiara Mariti, Andrea Zdeinert y otros especialistas, hablar con las mascotas fortalece la conexión humano-animal y surge como una forma de empatía.
Este comportamiento permite a los dueños expresar cuidado e interés por el bienestar de sus compañeros de vida, al grado de percibirlos como “personas de otra especie”, según señala National Geographic España. En ese sentido, se ha vuelto cada vez más común emplear términos familiares como “perrijo” o “gatijo”, que reflejan la integración de los animales al círculo afectivo.
El antropomorfismo, sin embargo, no se limita al lenguaje. También abarca conductas como celebrar cumpleaños con velas, pasteles y canciones, rituales humanos adaptados a los animales bajo la idea de que pueden comprenderlos. Si bien estas prácticas refuerzan el lazo emocional, también pueden generar malas interpretaciones sobre lo que las mascotas realmente sienten o necesitan.
El estudio advierte que estas actitudes responden, en muchos casos, más a una necesidad de satisfacción humana que a un entendimiento real del estado emocional de los animales. Incluso, la antropomorfización puede intensificarse en personas que atraviesan procesos de duelo, pérdida o soledad, quienes recurren a sus mascotas como un refugio emocional para reducir la sensación de vacío y mantener una compañía cercana.