La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha clasificado al talco como “probablemente cancerígeno para los humanos”. Esta clasificación ha generado preocupación y preguntas sobre el uso del talco, especialmente en productos de higiene personal.
Un artículo publicado por la Clínica Barcelona enfatiza la importancia de entender que esta clasificación no establece una relación directa entre el uso del talco y el desarrollo de cáncer de ovario. Según la IARC, el talco es considerado un factor de riesgo que puede aumentar la probabilidad de desarrollar cáncer, pero no significa que todas las personas expuestas al talco desarrollarán la enfermedad.
La clasificación se basa en el estudio Sister, publicado en mayo de 2024 en la revista Journal of Clinical Oncology. Este estudio, realizado en Estados Unidos, incluyó a 50,884 mujeres de entre 35 y 74 años, todas con al menos una hermana diagnosticada con cáncer de mama. Las participantes proporcionaron información detallada sobre su uso de talco en la zona genital y la frecuencia de duchas vaginales.
Según los resultados del estudio, el 40% de las mujeres reportaron haber utilizado talco en su área genital en algún momento de su vida. Se encontró que el uso frecuente de talco (al menos una vez al mes) y su uso prolongado, especialmente durante los 20 y 30 años, se asociaron con un aumento en la incidencia de cáncer de ovario. Sin embargo, el uso de talco durante la adolescencia no mostró una relación significativa con el riesgo de cáncer.
El estudio también sugiere que otros factores, como la posible contaminación del talco con sustancias químicas nocivas (como asbesto o parabenos) o la inflamación crónica de los ovarios, podrían aumentar el riesgo de cáncer de ovario. Se requiere más investigación para comprender completamente estos riesgos.
La clasificación de la IARC sobre carcinógenos se divide en cuatro grupos. El talco ha sido clasificado en el Grupo 2A, que incluye sustancias “probablemente cancerígenas” para los humanos. Aunque la evidencia en humanos es limitada, existen pruebas suficientes en animales y experimentos con células humanas que sugieren un vínculo entre el talco y el riesgo de desarrollar cáncer de ovario.