Elio, la entrega número 28 de Pixar, es una cinta que llega cargada de emoción, color y ternura, pero también de contradicciones. Visualmente deslumbrante, con una paleta vibrante y una variedad alienígena digna de mención, esta historia interestelar promete más de lo que finalmente entrega en términos narrativos.
La película gira en torno a un niño que, tras ser abducido accidentalmente por una organización intergaláctica, es confundido con el líder de la Tierra. A partir de ahí, la trama se convierte en una carrera emocional por la identidad, la pertenencia y el duelo, temas profundos que Pixar ha sabido manejar con maestría en el pasado, pero que aquí se sienten un tanto forzados.
Glordon, el alienígena entrañable que acompaña a Elio, se roba cada escena en la que aparece. Su diseño, junto con el resto del universo visual, es quizás lo mejor de la cinta: una prueba más del músculo creativo de Pixar en lo estético. Pero lo que deslumbra a la vista no siempre convence al corazón.
La historia, aunque entretenida para públicos familiares, recurre a fórmulas ya conocidas por el estudio. En vez de innovar, pisa terreno seguro con momentos predecibles, dejando a Elio muy por debajo de joyas como Intensamente, Up o WALL·E. Es una película que busca emocionar, pero que no logra conectar con la misma profundidad que otras entregas del mismo sello.
Uno de los temas que ha captado la atención del público, más allá del guion, es la posible inspiración del protagonista en Tomás “Tomiii 11” Blanch Toledo, el niño youtuber chileno que se hizo famoso mundialmente poco antes de su fallecimiento en 2021. El parche en el ojo y el corte de cabello de Elio han hecho que muchos vean en él un homenaje simbólico. Aunque ni Disney ni Pixar han confirmado esa conexión, las comparaciones se han vuelto virales y han añadido una capa de emotividad inesperada a la cinta.
Al final, Elio es una película que emociona a ratos, entretiene con eficacia y brilla con fuerza en lo visual, pero no logra consolidarse como una de las grandes de Pixar. Su corazón está en el lugar correcto, pero su ejecución narrativa lo deja a medio camino de las estrellas.