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[VIDEO] Tiempo de Cine: La Maquina

Por Hares Barragán

“The Smashing Machine”, dirigida por Benny Safdie y protagonizada por Dwayne “La Roca” Johnson, es una de esas películas que derriban por completo la imagen que creíamos tener de su protagonista. Lejos del héroe invencible que Hollywood nos ha vendido por años, aquí Johnson se entrega como nunca: vulnerable, roto, expuesto. Basada en la vida real del peleador de MMA Mark Kerr, la película retrata con brutal honestidad la contradicción de un hombre que es admirado por el mundo mientras se desmorona en silencio. En el octágono, Kerr es una fuerza imparable, un depredador físico que no tiene rival; pero en su vida privada es un ser atrapado entre adicciones, dependencia emocional, miedo al fracaso y una fama que no sabe manejar. Es un gladiador moderno que no entiende cómo seguir peleando cuando la batalla es contra sí mismo.

La actuación de Dwayne Johnson es, probablemente, la mejor de su carrera. Por primera vez abandona el escudo de carisma y fortaleza que lo ha hecho estrella mundial, para interpretar con seriedad a un hombre que vive atrapado entre la gloria pública y el infierno privado. No actúa como “La Roca”, actúa como un ser humano agotado, con mirada dolida, con respiraciones pesadas, con silencios incómodos que hablan más que los diálogos. Por momentos incluso resulta irreconocible, no por maquillaje, sino por su entrega emocional.

Benny Safdie dirige con su estilo característico, cámara nerviosa, espacios cerrados, atmósfera incómoda, tensión sin descanso. No embellece el deporte ni glorifica la violencia; por el contrario, muestra el mundo de las peleas como una maquinaria que devora cuerpos y mentes. Cada combate está filmado no como espectáculo, sino como sufrimiento. Cada victoria parece más una condena que un logro. La película no busca generar adrenalina, sino incomodidad. Y lo logra.

El guion es contundente en mostrar las dimensiones del sacrificio, la relación deteriorada con el cuerpo, la dependencia a los analgésicos, el miedo a perder la identidad cuando el físico deja de responder, y la presión constante de un entorno que exige ser imparable aún cuando ya no queda energía para sostenerse en pie. Sin embargo, en medio de tanta potencia emocional, la historia tropieza por momentos en la forma. Hay subtramas que se introducen con fuerza pero no terminan de cerrarse, como si la película tuviera demasiados frentes abiertos y no alcanzara a darles seguimiento a todos con la misma profundidad. No arruina el resultado, pero sí genera ciertas desconexiones que pueden sacar al espectador de la intensidad que venía construyéndose.

Quien llegue esperando una película motivacional quizá salga confundido, incluso molesto. Pero quien vaya dispuesto a ver al ídolo romperse encontrará algo mucho más valioso que un final feliz. La película no trata sobre cómo se levanta un campeón, sino sobre lo que duele sostenerse cuando ya no queda fuerza para seguir de pie. Es, en esencia, la historia de un hombre que lo tenía todo excepto paz. Y esa es la pelea más difícil de todas.