Dulce, crujiente y protagonista de incontables platillos, la zanahoria no solo es básica en la cocina mexicana, sino que desde la antigüedad se le ha reconocido como un remedio natural para distintos padecimientos. En la medicina tradicional china, por ejemplo, se empleaba para tratar heridas y lesiones cutáneas, según expertos en medicina estética en España.
Pero, ¿qué hace a la zanahoria tan especial? Su poder nutritivo radica en la riqueza de vitaminas, minerales e hidratos de carbono que la convierten en una fuente natural de energía, explica la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural. Entre sus principales aportes destacan la vitamina E, folatos, vitamina C, vitaminas del complejo B, potasio, magnesio, yodo, calcio y fósforo.
Gracias a estos nutrientes, su consumo ayuda a vigorizar cuerpo y mente cansados, eliminar cólicos y mejorar la digestión. Además, favorece un bronceado natural, evita la retención de líquidos por su efecto diurético y protege dientes y encías si se consume cruda. También fortalece uñas y cabello, relaja los nervios y la ansiedad, estimula el sistema inmune y combate molestias gástricas, exceso de acidez y estreñimiento, según la organización El Poder del Consumidor.
Rica en antioxidantes, la zanahoria ayuda a mitigar radicales libres, mejorar la producción de melanina y proteger la piel de los rayos solares. Incluso, su consumo se relaciona con la prevención de cáncer, problemas visuales como cataratas o ceguera nocturna, y mejora la calidad de la leche materna durante la lactancia.
Por ser baja en calorías, es ideal para dietas equilibradas y programas para perder peso, y durante el crecimiento favorece el desarrollo de huesos y satisface la demanda de vitamina A, esencial para el sistema inmune. Sin duda, la zanahoria es mucho más que un ingrediente en la cocina: es un aliado natural para la salud de toda la familia.