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Arnulfo Castorena: el hombre que convirtió la tragedia en oro

En los Juegos Paralímpicos de París 2024, el nadador mexicano José Arnulfo Castorena volvió a hacer historia al entonar el Himno Nacional Mexicano en el Centro Acuático de París, tras ganar la medalla de oro en la final de natación, categoría SB2. Este triunfo lo coloca en lo más alto del podio por cuarta ocasión en su carrera como atleta de deporte adaptado, defendiendo exitosamente su campeonato paralímpico obtenido en Tokio 2020.

A sus 46 años, Castorena ha acumulado un total de siete medallas paralímpicas, consolidando su legado como uno de los grandes exponentes del deporte paralímpico mexicano. Sin embargo, detrás de este éxito hay una historia de superación personal que inspira a muchos.

Nacido en Guadalajara, Jalisco, el 27 de mayo de 1978, José Arnulfo Castorena enfrentó la adversidad desde el inicio de su vida. Su madre falleció al darlo a luz, y su padre lo abandonó al conocer el diagnóstico de malformaciones en sus piernas y un brazo. Fue su abuela materna, la señora Todosia, quien asumió la responsabilidad de criarlo hasta que fue inscrito en un programa de rehabilitación en la Ciudad de México.

Durante su estancia en un internado dirigido por monjas, Castorena conoció a Sor Chiva, una religiosa aficionada al equipo de fútbol rojiblanco, quien lo introdujo al mundo de la natación. Desde entonces, el agua se convirtió en su refugio y su camino hacia el éxito deportivo. A los 12 años, regresó a Guadalajara tras la muerte de su abuela, donde su vida cambió drásticamente. Se encontró en un entorno de violencia, drogas y dificultades económicas.

A pesar de las circunstancias, Castorena nunca perdió de vista su ambición de convertirse en el mejor, lo que lo impulsó a superar todos los obstáculos. Hoy, José Arnulfo Castorena es un ejemplo de perseverancia y dedicación, un atleta que ha logrado lo impensable y que sigue sumando logros en el deporte paralímpico mundial.