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Atlético de San Luis, el caballo negro que conquistó corazones

El 15 de mayo de 2024 quedó marcado como el día en que el Atlético San Luis comenzó a escribir una de las historias más emocionantes y sorprendentes del fútbol mexicano reciente. Tras la salida de Gustavo Leal, la directiva potosina apostó por un nombre que pocos esperaban, pero que llegaba con un amplio bagaje internacional: Domènec Torrent, exasistente de Pep Guardiola en el Barcelona, Bayern Múnich y Manchester City. La llegada del estratega español fue vista como un parteaguas, no solo por su prestigio, sino por la promesa de un estilo de juego ambicioso, propositivo y atrevido.

Torrent asumió el reto de revitalizar a un equipo que venía de temporadas irregulares, con la encomienda de devolverle la competitividad y la identidad al conjunto potosino. Poco a poco, en pretemporada, fue moldeando un grupo convencido de su idea futbolística, con énfasis en la posesión, la presión alta y la valentía para enfrentar a cualquier rival sin complejos.

Ese proceso dio sus primeros frutos el 6 de julio, cuando arrancó el torneo Apertura 2024 con una verdadera campanada: victoria sobre el América, bicampeón del fútbol mexicano. En un partido vibrante, el Atlético San Luis mostró carácter, dinamismo y una convicción absoluta en el planteamiento de su nuevo técnico. La sorpresa no fue solo por el resultado, sino por la manera en que se consiguió, dominando a uno de los gigantes de la liga.

Aquella noche fue solo el inicio de un recorrido memorable. Jornada tras jornada, el Atlético San Luis fue consolidándose como el “caballo negro” del certamen, un equipo al que pocos daban como candidato, pero que a base de fútbol y resultados comenzó a ganarse el respeto de propios y extraños. Domènec Torrent supo potenciar las virtudes de su plantel, encontró equilibrio entre juventud y experiencia, y transmitió una mentalidad ganadora que contagió a la afición.

La fase regular fue un reflejo de ese crecimiento: San Luis terminó en sexto lugar general, asegurando su boleto directo a la liguilla, algo que jamás había sucedido desde que Atlético de Madrid compró al equipo tunero. Pero más allá de la posición, lo que ilusionaba era la forma: un equipo que defendía con orden, que presionaba arriba y que en casa se hacía invencible.

El Estadio Alfonso Lastras se convirtió en una auténtica fortaleza. En 10 partidos como local, el Atlético San Luis no conoció la derrota, sumando 28 puntos y firmando victorias memorables. La comunión entre equipo y afición alcanzó niveles pocas veces vistos, cada partido en casa era una fiesta, un ritual de fe en que la hazaña era posible.

La liguilla llegó y con ella, el verdadero desafío. En cuartos de final, el rival era Tigres, uno de los planteles más poderosos y experimentados de la liga. Pero San Luis no solo compitió: arrasó. Con un fútbol impecable, dominó y venció 3-0 en el Alfonso Lastras, en una noche inolvidable que desató la locura en la grada. Fue un golpe de autoridad que colocó al equipo potosino como contendiente serio al título.

En semifinales, el destino les puso enfrente a Monterrey. En la ida, el Atlético San Luis volvió a hacer pesar su casa, imponiéndose 2-1 con un planteamiento valiente, dejando la serie abierta pero con ventaja. El sueño de la final parecía más cercano que nunca. Sin embargo, en la vuelta, el gigante regio mostró su jerarquía y remontó con un 5-1 que terminó por sepultar la ilusión potosina, dejando el marcador global 6-3 a favor de Monterrey.

La eliminación dolió, pero no empañó una campaña histórica e inspiradora. El Atlético San Luis no solo superó expectativas: cambió la narrativa de su historia reciente, demostró que puede competir al más alto nivel y dejó una base sólida para soñar aún más alto. Domènec Torrent, con su visión y liderazgo, sembró una nueva mentalidad en el club, y la afición potosina despidió a su equipo entre aplausos y orgullo, conscientes de que este solo fue el comienzo de una era prometedora.

En el Apertura 2024, el Atlético San Luis no ganó el título, pero ganó respeto, identidad y esperanza. Y eso, para un equipo que nunca dejó de creer, vale oro.