Este lunes 6 de enero, el calendario litúrgico celebra el Día de los Reyes Magos, una festividad que cierra el ciclo de Navidad y Año Nuevo, con un enfoque especial en la entrega de regalos y actos simbólicos. Este día, particularmente significativo en las culturas hispánicas y católicas, conmemora la visita de los Reyes Magos al niño Jesús, un episodio que fusiona elementos religiosos, históricos y culturales.
Los Reyes Magos son figuras mencionadas exclusivamente en el Evangelio de San Mateo (Mateo 2:1-12). Aunque el relato bíblico no los describe como “reyes” ni menciona sus nombres o su número exacto, se les define como “magos” de Oriente, un término que en su contexto original alude a sabios o astrólogos dedicados a interpretar los astros y prever eventos. Para los judíos de la época, Oriente incluía regiones como Arabia, Persia o Caldea, y estos magos probablemente eran sacerdotes del zoroastrismo, guardianes del legado de Zaratustra.
La tradición popular, enriquecida con influencias apócrifas y medievales, asignó a los Magos los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar, que aparecen por primera vez en mosaicos del siglo VI en la basílica de San Apolinar el Nuevo, en Ravena, Italia. En estas representaciones, los Reyes Magos visten a la moda persa, con gorros frigios, y llevan regalos. Con el tiempo, se les asoció con las tres edades del hombre (juventud, madurez y ancianidad) y con las tres razas conocidas en Europa en aquel entonces: europea, asiática y africana.
Los Evangelios Apócrifos detallan que la estrella que siguieron los Magos fue interpretada como un evento celestial excepcional. Según estos relatos, los Magos se postran ante Jesús en un humilde establo de Belén y, advertidos en sueños sobre las intenciones del rey Herodes, regresan a sus tierras por un camino diferente. La historia concluye con la huida de María, José y Jesús a Egipto, mientras Herodes ordena la Matanza de los Inocentes.
El culto a los Reyes Magos se intensificó durante la Edad Media, cuando su figura fue asociada con poderes milagrosos. Un manuscrito del siglo XIII afirmaba que sus nombres protegían contra la epilepsia y otras enfermedades. En algunas regiones de Europa, sus iniciales, GBM, se escribían en puertas para alejar demonios y brujas.
La celebración del 6 de enero está relacionada con la festividad cristiana de la Epifanía, que significa “manifestación” en griego (“epipháneia”). Esta celebración conmemora la revelación de Jesús como el Mesías, un evento que incluye la adoración de los Magos, el bautismo de Jesús en el Jordán y su primer milagro en las bodas de Caná. La elección del 6 de enero también podría responder a la intención de la Iglesia de cristianizar festividades paganas, ya que en el mundo grecorromano esta fecha coincidía con celebraciones dedicadas a Dionisio, dios del vino, en Grecia, o Aion, dios del tiempo eterno, en Alejandría.
Estas festividades marcaban un periodo de renovación que la Iglesia adaptó para simbolizar el inicio de la manifestación de Cristo al mundo no judío. Desde el siglo IV, la Iglesia occidental comenzó a celebrar la Epifanía destacando la visita de los Magos. En este contexto, los Reyes Magos pasaron a representar a los gentiles, es decir, a todas las naciones no judías que reconocían la divinidad de Jesús.
Con el tiempo, la festividad de los Reyes Magos se enriquecía con tradiciones específicas de cada cultura. En España y América Latina, los niños preparan la noche del 5 de enero dejando pasto y agua para los camellos de los Reyes, así como zapatos bien limpios, esperando recibir regalos como recompensa por su buen comportamiento.